Marco Ulpio Trajano 2


Las guerras dacias
Cuando en el siglo I Roma ocupĆ³ los territorios del sur del Danuvio, se firmaron unos acuerdos de no agresiĆ³n con los paĆ­ses vecinos. El gran rĆ­o hacĆ­a de frontera y a Roma solo le interesaba mantenerla en paz y contener cualquier tipo de invasiĆ³n bĆ”rbara. Durante mucho tiempo, estos acuerdos fueron respetados, pero a finales de este siglo, subiĆ³ al trono de la Dacia (actual RumanĆ­a y Moldavia) un tal Diurpaneus que se aliĆ³ con los pueblos vecinos para romper el tratado y atacar Moesia.

Era el aƱo 85, durante el reinado de Domiciano. El emperador, entonces, ordenĆ³ una campaƱa de castigo al mando de Cornelius Fuscus. Al frente de seis legiones cruza el Danubio y se dirigen a Tapae. Los dacios le tienden una emboscada y los romanos sufren una gran derrota. La Legio V Alaudae es casi completamente aniquilada. El propio Cornelio Fusco muriĆ³ en la batalla. AdemĆ”s, para vergĆ¼enza de Roma, fueron capturados sus estandartes, algo sagrado para ellos. Era el aƱo 87 y tras la victoria, el rey dacio recibiĆ³ el nombre de DecĆ©balus, que significa el valeroso, el mĆ”s poderoso.

Tras el estrepitoso fracaso, Domiciano enviĆ³ otra expediciĆ³n comandada por Tettius Iulianus. En esta segunda batalla de Tapae, los romanos tuvieron Ć©xito y vencieron a los dacios. Esta victoria, sin embargo, no pudo ser aprovechada debido a la difĆ­cil geografĆ­a dacia, al mal tiempo y la imposibilidad de reforzar el frente de Pannonia, amenazado por los aliados sĆ”rmatas. Roma atravesaba por un mal momento econĆ³mico, y ante la imposibilidad de aumentar las legiones en aquella regiĆ³n, Domiciano se ve obligado a tratar con los dacios. A cambio de mantener la paz, es decir, de que los dacios no atacaran la frontera, Roma debĆ­a pagarles tributo. Toda una humillaciĆ³n para el imperio. A pesar de todo, los dacios no dejaron de acosar las caravanas comerciales romanas y de saquear alguna que otra poblaciĆ³n fronteriza.

La primera guerra de Trajano
Trajano no estaba dispuesto a seguirles el juego a los dacios y deja de pagar tributos. DecĆ©balo envĆ­a entonces un embajador a Roma para reclamar los pagos, bajo la advertencia de cruzar la frontera, a lo que Trajano contesta que estĆ” al tanto de que ya lo han hecho; y aĆŗn asĆ­ no volverĆ” a pagar, antes bien, se ocuparĆ” de que sea la Ćŗltima incursiĆ³n dacia por territorio bajo dominio romano. La respuesta que el embajador dacio le lleva de vuelta a DecĆ©balo provoca su ira y vuelve a atacar Moesia. Era la excusa perfecta que Trajano necesitaba para que el senado le apoyara en sus planes para invadir Dacia.

El 25 de marzo del aƱo 101 Trajano sale de Roma para ponerse al mando de las legiones convocadas. Le acompaƱaban el senador Lucio Licinio Sura y grandes generales como Quinto Sosio Senecio o Julio Urso Serviano. TambiĆ©n le acompaƱaba, con solo 25 aƱos, su sobrino y futuro emperador Publio Elio Adriano. Para el mes de mayo llegaban a Vaminacium, en Moesia superior, donde tenia su cuartel la legiĆ³n VII Claudia. Una vez hechos los preparativos y divididos los ejĆ©rcitos en dos columnas, una de ellas partiĆ³ hacia el nordeste y la otra, con Trajano al frente, partiĆ³ desde Sirmio a Drobeta, donde ordenĆ³ construir dos puentes de barcazas para cruzar el Danubio.

Cuentan que no se habƭa visto ejƩrcito tan grande desde los tiempos de Augusto, y no se volverƭa a ver otro igual hasta la campaƱa de Marco Aurelio contra los Germanos. Se habla de un total de 14 legiones movilizadas, unos 150.000 soldados, aunque no todas estas legiones participaron desde el principio. Hubo hasta legiones que se crearon expresamente para una campaƱa que iba a durar varios aƱos.

Como curiosidad, -aunque es habitual pasar la vista brevemente por encima cuando se nos dan detalles sobre nombres, fechas o nĆŗmeros, ya que al acabar de leerlos pensamos que se nos van a olvidar- mencionaremos los nombres de algunas de estas legiones. Todos estos nombres tienen su por quĆ© y van precedidos de un nĆŗmero. Demos un repaso a varias de las catorce legiones que movilizĆ³ Trajano; de algunas de ellas se cuentan cosas bastante curiosas:

  • Legio I y II Adiutrix. Audiutrix significa auxiliar; la primera fue creada por Galba en el aƱo 60 y la segunda por Vespasiano. SĆ­mbolos de ambas: Capricornio y Pegaso
  • Legio VII Claudia. Creada por Julio CĆ©sar en el 58 a. C. con el nombre de MacedĆ³nica. El emperador Claudio la rebautizĆ³ como Claudia Pia Fidelis por la lealtad demostrada hacia Ć©l. Sus sĆ­mbolos: el Toro y el LeĆ³n.
  • Legio X, XIII y XIV Gemina. Su significado es Gemela. La X se creĆ³ sobre el aƱo 70 a. C. en el norte de Italia para ser enviada a las Galias. La XIII fue creada por Julio CĆ©sar en el aƱo 57 a. C. para la guerra de las Galias y ya hemos hablado de ella aquĆ­ en el capĆ­tulo donde se narra la batalla de Munda en Hispania, donde fue clave para dar la victoria a CĆ©sar. En el aƱos 41 a. C. Octaviano (Augusto) creĆ³ la XIV. SĆ­mbolo de la X: el Toro. SĆ­mbolos de la XIII: el LeĆ³n y el Ɓguila. SĆ­mbolo de la XIV: Capricornio.
  • Legio I ItĆ”lica. Creada por NerĆ³n en el aƱo 66. NerĆ³n querĆ­a que fueran hombres fuertes y por eso todos los soldados medĆ­an mĆ”s de 1,80 en el momento de ser presentada a Roma. El destino de aquella legiĆ³n iba a ser conquistar Armenia, aunque estas campaƱas no se llevaron a cabo y fue enviada a las Galias. Su sĆ­mbolo: el JabalĆ­.
  • Legio V Macedonica. Su nombre le viene de haber estado acuartelada en Macedonia y su creaciĆ³n es confusa. Probablemente su origen estĆ© en una leva del cĆ³nsul Vibio Pansa y Octaviano sobre el aƱo 43 a. C. Sus sĆ­mbolos eran el toro y el Ć”guila.
  • Legio V Menervia. Reclutada por el emperador Domiciano en el aƱo 82 para reforzar su ejĆ©rcito durante la campaƱa contra la tribu germana de los Chatti. Su sĆ­mbolo era una imagen de la diosa Minerva.
  • Legio XXX Ulpia Vitrix.  La trigĆ©sima Ulpia Victoriosa fue creada por el propio Trajano en el 105 expresamente para la segunda guerra contra los dacios. Su nombre hace referencia a la familia de Trajano y sus sĆ­mbolos eran los dioses Neptuno y JĆŗpiter, ademĆ”s de Capricornio.
AdemĆ”s de estas legiones, Trajano se llevĆ³ consigo a 90 cohortes equitatas, 10 cohortes de arqueros, 900 getas, 500 britones, 700 cĆ”ntabros, numidas, honderos de baleares... No se preocupen, vamos a ver quĆ© era eso de cohortes equitatas, y otros tĆ©rminos, que para los profanos en el tema les sonarĆ” a chino, aunque en realidad sea latĆ­n. Una cohorte era una unidad militar, cada legiĆ³n contaba con 10 cohortes. La cohorte, a su vez se componĆ­a de 3 manĆ­pulos y cada manĆ­pulo por 2 centurias. Curiosamente, la I cohorte se componĆ­a de 5 centurias. La centuria, a pesar lo que pueda inducir a creer su nombre, no estaba compuesta por 100 soldados, sino de 80. En cuanto a las cohortes equitatas, no eran otra cosa que una combinaciĆ³n de infanterĆ­a y caballerĆ­a entrenadas para misiones especiales. De caballerĆ­a viene precisamente lo de equitata.

En Tapae le esperaban los dacios, que como ya hicieron con las legiones de Cornelius Fuscus, auxiliados por los sĆ”rmatas, se habĆ­an atrincherado en el estrecho paso montaƱoso conocido como las Puertas de Hierro para tenderles una emboscada. Pero Trajano, que adivinĆ³ que aquel era un lugar excelente para que DecĆ©balo le jugara una mala pasada, tomo precauciones antes de adentrarse en Ć©l. Lo primero que hizo fue dividir su ejĆ©rcito en dos. Con Trajano avanzaron la I y II Adiutrix, la IV Flavia y la VII Claudia, ademĆ”s de dos cohortes pretorianas, 20 de infanterĆ­a y 30 mixtas, todas ellas arropadas por la caballerĆ­a hacĆ­an un total de 57.000 hombres. DecĆ©balo estaba en inferioridad numĆ©rica, pero mejor situado entre las estrechas paredes del paso. Trajano sabĆ­a que atravesar por allĆ­ podĆ­a ser mortal y sus legiones corrĆ­an un grave peligro. Por eso, las demĆ”s legiones, la I ItĆ”lica, la V MacedĆ³nica y la XIII GermĆ”nica, unos 29.000 hombres comandados por Tercio Juliano se internaron en el bosque por entre las montaƱas para atacar a la caballerĆ­a sĆ”rmata que acechaban camuflados para lanzarse contra las legiones que intentaran pasar las Puertas de Hierro.

De esta manera, mientras Tercio Juliano atosigaba a la caballerĆ­a, Trajano entraba por el estrecho paso donde lo esperaba DecĆ©balo, El factor sorpresa de la emboscada quedaba neutralizado. Finalmente, tras duros combates, estallĆ³ una tormenta, cosa que los dacios interpretaron como una seƱal de los dioses y decidieron retirarse. No fue una gran victoria, pero habĆ­an atravesado las Puertas de Hierro y aquello les allanaba el camino hacia Sarmizegetusa, donde se dirigieron inmediatamente para ponerle cerco. Pero el duro invierno dacio se avecina y Trajano decide acuartelarse y esperar a que llegue la primavera; tiempo que aprovecharĆ” DecĆ©balo para contraatacar, pero no contra las legiones que esperan en su territorio la llegada del buen tiempo.

DecĆ©balo concibe un plan para sacar a Trajano de la Dacia y llevar la guerra a territorio romano. Convence a sus aliados roxolanos y bastarnos para cruzar el Danubio al sur y atacar la provincia romana de Moesia. El invierno, lejos de ser un enemigo para ellos, se convirtiĆ³ en aliado, pues el Danubio estaba congelado y eso les facilitarĆ­a las cosas al cruzarlo, sin tener que montar un aparatoso puente de barcazas, tal como hacĆ­an los romanos. Sin embargo, el Danubio tenĆ­a por costumbre cobrarse un peaje para quienes osadamente caminaran sobre sus hielos para cruzarlo; y asĆ­ mientras dacios, roxolanos y bastarnos marchaban hacia la otra orilla, el hielo cediĆ³ bajo sus pies y miles de guerreros perecieron bajo sus frĆ­as aguas.

No tardĆ³ Trajano en recibir noticias de que las tropas dacias hacĆ­an de las suyas en aldeas y pueblos de Moesia, campando a sus anchas ante la ausencia de legiones que le hicieran frente. Trajano y sus legiones estaban demasiado lejos. O eso pensaban ellos. El emperador no tardĆ³ en movilizar a sus tropas, y a marchas forzadas llegaron hasta el Danubio, donde embarcaron en numerosas barcas, las patrullas del Danubio, que los llevĆ³ al encuentro de los dacios en un tiempo record.


La batalla de Adamclisi y rendiciĆ³n de DecĆ©balo
El primer encuentro entre dacios y romanos se produjo durante la noche aunque solo hubo pequeƱos combates de poca importancia. Los dacios, eso sĆ­, se llevaron la gran sorpresa, pues no imaginaban cĆ³mo Trajano se habĆ­a presentado tan pronto ante ellos. La batalla decisiva se librarĆ­a en Adamclisi, donde la coaliciĆ³n entre dacios y roxolanos opuso una gran resistencia, aunque terminĆ³ por decantarse a favor de los romanos. Los dacios finalmente se refugiaron tras una especie de fortaleza de carros donde continuaron resistiendo, aunque tambiĆ©n terminĆ³ por ser asaltada. Los romanos perdieron una gran cantidad de soldados, unos 3.500. Los dacios y roxolanos, unos 15.000 hombres, fueron masacrados y muy pocos sobrevivieron.

Los dacios habĆ­a pagado cara su nueva incursiĆ³n por Moesia, y tras el desastre y viendo cĆ³mo Trajano ponĆ­a nuevamente cerco a Sarmizegetusa, DecĆ©balo pidiĆ³ una tregua para negociar la paz, aunque las condiciones, esta vez las puso Trajano. La Dacia debĆ­a ser, a partir de ahora, la que pagara tributos a Roma. QuedarĆ­an, ademĆ”s, varias legiones asegurando el territorio. AdemĆ”s, las Ć”guilas, estandartes y mĆ”quinas de guerra capturadas en la derrota romana en el aƱo 87 eran devueltas. Trajano no solo devolvĆ­a, con esta victoria, el orgullo perdido a Roma, sino que reforzaba su popularidad ante sus soldados y ante el pueblo, mĆ”s si cabĆ­a.




El puente mĆ”s largo jamĆ”s construido 
Apolodoro de Damasco, aquel arquitecto sirio, era bueno en su trabajo, y Trajano lo sabĆ­a, por eso fue Ć©l el elegido para realizar la obra que el emperador se proponĆ­a llevar a cabo: Trajano se proponĆ­a construir un largo puente sobre el Danubio. Pero no un puente provisional, sobre barcazas, sino un puente fijo. El Danubio no era un rĆ­o cualquiera, sino un gran rĆ­o, por lo tanto, aquel debĆ­a ser un gran puente.



Las legiones que cruzaran y se introdujeran en la Dacia debĆ­an estar bien aprovisonadas y la construcciĆ³n de un puente era indispensable, lo cual ya da una idea de que Trajano tenĆ­a en mente que aquella iba a ser una larga campaƱa, y quiĆ©n sabe, quizĆ”s cruzaban para quedarse. El puente se construyĆ³ cerca de las actuales ciudades de Drobeta (RumanĆ­a) y Kladovo (Servia) sobre pilares de piedra que medĆ­an 20 metros de lado y hasta 45 de altura desde el fondo del rĆ­o, formando veinte arcos de 50 metros de embergadura, de madera, para aligerar su estructura a la vez que se ganaba tiempo en su construcciĆ³n. Las obras se realizaron entre el aƱo 103 y 105. En cada extremo contaba con una fortificaciĆ³n. Una vez terminado, se alzaba sobre el rĆ­o unos 15 metros y tenĆ­a una longitud de 1.135 metros. (el Danubio tenĆ­a en aquella zona unos 800 metros de ancho) y tuvo el privilegio de ser el puente mĆ”s largo jamĆ”s construido por mĆ”s de un milenio. Merece la pena echar un vistazo a lo que nos cuenta Dion Casio sobre esta construcciĆ³n.

Trajano construyĆ³ sobre el Danubio un puente de piedra que desborda mi admiraciĆ³n hacia Ć©l. De hecho, aunque fue brillante en todas sus hazaƱas, Ć©sta fue la mayor. Con sus veinte pilares cuadrados de piedra [...] ¿CĆ³mo puede alguien dejar de asombrarse por la gran inversiĆ³n que se hizo, o por la forma en que cada uno de estos pilares fue anclado tan profundamente en un rĆ­o cuyas aguas estĆ”n llenas de remansos y con un fondo tan barroso? Evidentemente, fue imposible desviar el curso de las aguas. Una de las circunstancias que muestran la grandeza de los planes de Trajano es que el puente no se hizo para usarlo nosotros; la sola presencia de los pilares erguidos, aunque no se hagan intentos de cruzarlo, hace creer que hubieran sido erigidos con el Ćŗnico propĆ³sito de demostrar que no hay nada que el ingenio humano no pueda lograr. Trajano construyĆ³ el puente porque temiĆ³ que si alguna vez el Danubio se helaba en medio de una guerra podĆ­a sorprender a los romanos en aquella orilla, y era necesario asegurar el acceso hasta ellos con estos medios.
 Tal como dice Dion Casio, el objetivo de este puente era el tener a sus legiones, tanto las que quedaran para asegurar el territorio como las que entraran a luchar, bien provistas de auxilio y suministros. Si, llegado el invierno, las aguas se helaban y tenĆ­an necesidad de cruzar, les serĆ­a imposible construir un puente de barcazas, como los que solĆ­an construir habitualmente, y cruzar por encima del hielo era una temeridad que podĆ­a costar la vida de muchos hombres.


La segunda guerra de Trajano
No tardarĆ­a DecĆ©balo en romper los acuerdos y atacar de nuevo Moesia y otros territorios romanos fronterizos. Trajano, al ser informado de los incidentes se puso en marcha inmediatamente hacia el Danubio, pero esta vez, habĆ­a un problema aƱadido. Trajano habĆ­a dejado como guarniciĆ³n en Dacia a la legiĆ³n XIII Gemina bajo el mando del legatus Cneo Pompeyo Longino.Plinio el Joven nos cuenta, que Longino no solo era el legatus de mayor confianza del emperador, sino su mejor amigo. Pues bien, Longino habĆ­a sido secuestrado por DecĆ©balo y estaba siendo utilizado para chantajear a Trajano.

Las negociaciones habĆ­an durado todo el invierno del aƱo 105-103. Trajano hizo todo lo que estuvo en su mano para que no le ocurriera nada a su amigo. Pero Longino sabĆ­a que DecĆ©balo estaba pidiendo condiciones inasumibles para ganar tiempo y formar alianzas con Sarmatas, Roxolanos y Bastarnasy, por lo que, decidiĆ³ entonces llevar a cabo una devotio, quitĆ”ndose la vida para no retrasar el avance de Trajano. DecĆ©balo quedĆ³ contrariado, pues sus planes ahora se iban al traste, y en la primavera del aƱo 106 las legiones romanas se dirigieron hacia Drobeta, donde pudieron estrenar el flamante puente construido por Apolodoro. Trajano, que quedĆ³ maravillado al ver la obra terminada, cruzĆ³ a galope hasta la otra orilla con toda la rabia y sed de vangar a su amigo. DetrĆ”s, le siguieron todas sus legiones y material de guerra. Tras cruzar el Danuvio, siguieron por los valles del rĆ­o Cerna y del Tamis, hasta llegar a Tibiscum. De allĆ­ pasaron al valle del Bistra. Fue un avance sencillo, ya que las guarniciones romanas instaladas en estos lugares desde la anterior guerra les iban facilitando el paso. Llegados a Valea Cernei, pasaron a ocuparla, luego vino Hateq, y asĆ­ varias ciudades mĆ”s, donde iban destruyendo sus fortalezas para que los dacios no volvieran a hacerse fuertes dentro de ellas.
Pero al mando del emperador no iban todas las legiones, sino que otras dos columnas cruzaron el Danuvio cerca de Sucidava. Una de ellas se adentrĆ³ en el valle del Jiu para encontrarse con las legiones de Trajano en la actual Tara Hategului. Juntas marcharon las legiones romanas hacia los montes Surianu, donde tuvieron un encuentro con unos destacamentos dacios que ofrecieron una fiera resistencia. La tercera columna avanzĆ³ por el este hacia Muntenia, cruzĆ³ los CĆ”rpatos y siguiĆ³ avanzando por Transilvania. Otras tropas quedaron en Moesia. Para el verano de aquel aƱo, Tapae estaba ocupada y mĆ”s tarde pasaron a asediar la capital. Los dacios rechazaron con fuerza varios ataques pero las mĆ”quinas de guerra hicieron su trabajo lanzando toneladas de piedras sobre la ciudad; el corte de suministro de agua, las torres de asedio y la construcciĆ³n de una rampa terminaron por rendir Sarmizegetusa. La capital dacia quedĆ³ destruĆ­da y arrasada. El bombardeo con piedras debiĆ³ causar cuantiosos daƱos, pero el resto fue, o bien obra de los romanos, una vez entraron dentro, o bien obra de los dacios al huir, que no quisieron dejar nada de provecho. Nadie puede asegurar a dĆ­a de hoy lo que realmente ocurriĆ³, solo que, Sarmizegetusa fue borrada del mapa.

DecĆ©balo, que abandonĆ³ la ciudad antes de ser tomada, estuvo a punto de ser capturado, pero al verse acorralado por los escuadrones de Tiberio Claudio MĆ”ximo, prefiriĆ³ suicidarse. SabĆ­a que la captura le supondrĆ­a la vergĆ¼enza de ser exibido y humillado pĆŗblicamente en Roma para terminar finalmente ejecutado. Una vez hubo muerto, Claudio MĆ”ximo cortĆ³ la cabeza del monarca caĆ­do y se la llevĆ³ a Trajano. Posteriormente, un tal Bicilis, para salvar su vida, rebelĆ³ a los romanos dĆ³nde se hallaba el tesoro del rey DecĆ©balo. No se hallaba muy lejos del palacio de Sarmizegetusa. DecĆ©balo habĆ­a hecho desviar el curso de un rĆ­o y excavar una cueva; una vez depositado el tesoro, las aguas volvieron a su cauce dejĆ”ndolo escondido en un lugar donde nadie hubiera sospechado jamĆ”s. Para recuperarlo, Trajano ordenĆ³ hacer lo mismo, desviar el curso del rĆ­o. El oro y la plata del tesoro vinieron a aliviar unas maltrechas arcas romanas, a lo que habrĆ­a que sumar, mĆ”s tarde, lo procedente de las minas, ya que Dacia pasarĆ­a a convertirse en provincia romana.


Ulpia Traiana Sarmizegetusa

Sarmizegetusa fue destruida, y por lo tanto la Dacia se quedaba sin capital. Sin embargo, si la Dacia se convertĆ­a en provincia romana, necesitaban una ciudad que fuera el centro administrativo de la misma. QuizĆ”s porque la reconstrucciĆ³n de aquellas ruinas fuera mĆ”s laborioso y costoso que construir una ciudad nueva, o bien porque la situaciĆ³n no era del todo del agrado de los romanos, el caso es que Trajano ordenĆ³ partir de cero y construir una ciudad nueva y en otro lugar. Lo hicieron a 40 kilĆ³metros de la Sarmizegetusa derruida y a 8 kilĆ³metros del paso de Tapae, en el lugar que ocupaba el campamento de la Legio V Macedonica. Este sitio fue elegido por las ventajas que suponĆ­an la barrera natural porporcionada por las montaƱas Retezat por el sur y de las Poiana Rusca por el norte. Su nuevo nombre serĆ­a Ulpia Traiana Sarmizegetusa.



Siete aƱos de paz
Tras la conquista de Dacia, las legiones desplazadas en oriente se anexionaban tambiĆ©n el reino nabateo (actual Jordania y noroeste de Arabia SaudĆ­) que pasarĆ­a a ser provincia romana con el nombre de Arabia PĆ©trea. Este territorio era de primordial importancia para asegurarse el dominio de Egipto. No hay demasiada informaciĆ³n sobre la conquista del reino nabateo, pero se cuenta que no fue necesario luchar; Trajano era ya conocido en todas las fronteras del imperio y los reyes se rendĆ­an solo al oĆ­r hablar de Ć©l.

Durante los siete aƱos siguientes reinĆ³ la paz. Las recientes conquistas habĆ­an devuelto el prestigio perdido a Roma, Trajano celebrĆ³ sus triunfos y despuĆ©s de entregar el tesoro traĆ­do de Dacia, el pueblo bien se merecĆ­a unos juegos de gladiadores y carreras de carros que duraron tres meses. Pero el dinero aportado a las arcas del estado tambiĆ©n servirĆ­a para grandes proyectos como carreteras, puentes y acueductos en Italia e Hispania. Algunas de estas construcciones han llegado a nuestros dĆ­as en perfecto estado de conservaciĆ³n, como el puente que cruza el rĆ­o Tajo en la localidad cacereƱa de AlcĆ”ntara o el acueducto de Segovia, entre otros. Este tipo de infraestructuras dan una idea de lo romanizada que se encontraba la penĆ­nsula IbĆ©rica en los siglos I y II. Hispania no era ya una colonia romana, Hispania era Roma misma y lo Ćŗnico que le faltaba era un emperador hispano. Ahora ya lo tenĆ­a.

Y en la propia ciudad de Roma, cabe destacar el foro que lleva su nombre culminado por la Columna Trajana, en su honor y para conmemorar el triunfo sobre los dacios, aunque tambiĆ©n se construyeron muchos edificios de uso pĆŗblico. Pero Trajano, ademĆ”s, iba a demostrar sus dotes de buen gobernante en otros campos tan delicados como el tema religioso. Los cristianos, por aquel entonces, eran bichos raros que ningĆŗn emperador sabĆ­a muy bien quĆ© hacer con ellos. NerĆ³n, por ejemplo, los habĆ­a utilizado como cabeza de turco cuando incendiĆ³ la ciudad y los arrestaba para echarlos a los leones en los espectĆ”culos circenses. Plinio, gobernador del Ponto, comenzaba a no saber muy bien cĆ³mo actuar ante los problemas que se le presentaban a diario, con detenciones de cristianos sin otro delito que practicar una religiĆ³n en la que no tenĆ­an cabida los dioses romanos. Por lo tanto, decidiĆ³ escribir a Trajano y preguntar quĆ© hacer con ellos. La respuesta del emperador fue muy clara: dejarlos en paz mientras no molestaran a nadie.

Pero quizĆ”s, lo mĆ”s benevolente que hizo Trajano fue poner en marcha un proyecto que ideĆ³ al recordar lo que habĆ­a observado durante su juventud en las calles de Roma, durante alguna visita junto a su padre. Por las calles vagabundeaban niƱos huĆ©rfanos, muchos de los cuales eran perseguidos y algunos terminaban asesinados. Por eso, ahora habĆ­a llegado el momento de poner remedio a aquellas injusticias y creĆ³ un programa de bienestar para ayudar a todos los niƱos huĆ©rfanos y pobres del imperio en los que se incluĆ­a alimentaciĆ³n y educaciĆ³n. En principio, el programa fue impulsado con fondos procedentes del tesoro dĆ”cico y mĆ”s tarde con impuestos estatales y ayudas desinteresadas. La distribuciĆ³n de alimentos entre los niƱos quedĆ³ representada en algunos relieves del foro y el arco de Benevento. 

Interesado como estaba en el bienestar social de los ciudadanos, la lista de reformas es amplia. Leyes a favor de la distribuciĆ³n de tierras y ayudas a los campesinos, tal como hizo Julio CĆ©sar. Reformas en la justicia para que nadie pudiera ser condenado sin pruebas sĆ³lidas, y se prohibieron las acusaciones anĆ³nimas, algo que habĆ­a hecho mucho daƱo en el pasado, donde bastaba cualquier acusaciĆ³n, aunque nadie supiera muy bien quiĆ©n la hacĆ­a, para condenar injustamente a un inocente. En materia econĆ³mica, cabe destacar que Trajano hizo quemar los registros de los impuestos atrasados que adeudaban las provincias, liberĆ”ndolas asĆ­ de una gran presiĆ³n fiscal, algo asĆ­ como borrĆ³n y cuenta nueva, y creĆ³ una especie de caja de ahorros para conceder prĆ©stamos y favorecer de esta forma a campesinos, pequeƱos empresarios, y demĆ”s emprendedores.

Con una economĆ­a saneada y viento en popa, gracias a la buena administraciĆ³n y al dinero que le hizo devolver a los corruptos que habĆ­an robado a manos llenas durante el gobierno de Domiciano, se edificaron colegios para asegurar una formaciĆ³n adecuada de la futura clase social romana. Se le prestĆ³ ademĆ”s gran interĆ©s a los huĆ©rfanos y viudas de legionarios caĆ­dos en batalla, asignĆ”ndoseles un subsidio mensual. Y despuĆ©s de siete aƱos, donde Trajano gobernĆ³ en una Roma pacĆ­fica y las acciones bĆ©licas no fueron mĆ”s allĆ” de escaramuzas fronterizas, las noticias provenientes de Oriente, aconsejaban a Trajano que comenzara a acumular legiones en Siria. Tal como la tormenta dio paso a la calma, ahora la calma se esfumaba al aproximarse otra gran tormenta.



La guerra contra los partos
Partia (aproximadamente lo que hoy es IrĆ”n y parte de Irak) era la espina que Roma tenĆ­a clavada; varios eran los que habĆ­an intentado sacĆ”rsela; ahora le tocaba el turno a Trajano. A Craso se le acusa de ambicioso, por haber querido conquistarla, Julio CĆ©sar incluyĆ³ tambiĆ©n esta empresa en sus planes futuros, pero lo asesinaron antes de poder llevarla a cabo; y de Marco Antonio se dijo que quiso, por una parte, realizar los planes de Julio CĆ©sar y por otra vengar a Craso y sus malogradas legiones. Pero lo cierto es que, detrĆ”s de las ambiciones de cada uno habĆ­a convincentes razones para apoderarse de este vasto territorio: el control de la llamada Ruta de la Seda. Todas las caravanas que llegaban por tierra desde oriente hasta Roma tenĆ­an forzosamente que pasar por el imperio Parto; al sur tenĆ­an el golfo PĆ©rsico y al norte se encontraban con el mar Caspio. Todo comerciante que atravesara estas tierras estaba obligado a pagar unos impuestos que suponĆ­an el encarecimiento de la mercancĆ­a que finalmente llegaba a Roma; y otro tanto ocurrĆ­a con los productos que Roma exportaba a la India y China. Por todo esto, hacerse con el control de esta ruta comercial podĆ­a suponer un gran beneficio para las arcas romanas.

La oportunidad se la pintaron calva los propios partos cuando el rey Osroes derrocĆ³ a Tiridates, rey de Armenia, para colocar en el trono a su sobrino Partamasiris. Trajano encontrĆ³ entonces la excusa perfecta para obtener el visto bueno del senado para invadir Partia. Armenia, por lo visto, era aliada de Roma, y esto la comprometĆ­a a defenderla en caso de ataque. En el fondo, como vemos, todo se hizo por interĆ©s y beneficio propios. La polĆ­tica y motivo de fondo de las guerras no ha cambiado demasiado desde entonces y los paĆ­ses del golfo pĆ©rsico se enfrentaron al emperador del mundo por el control de las rutas comerciales; y veinte siglos mĆ”s tarde lo volvieron hacer por el control del petrĆ³leo en Kuwait.

Era el aƱo 113 cuando Trajano comenzĆ³ la campaƱa. Tal como habĆ­a hecho cuando decidiĆ³ invadir la Dacia, preparĆ³ otras catorce legiones, esta vez en Siria, donde montĆ³ la base de operaciones. La invasiĆ³n del reino parto daba comienzo en Armenia, donde Partamasiris fue capturado y enviado de vuelta a su tio Osroes, aunque por el camino sufriĆ³ un “fatal accidente” y no llegĆ³ vivo a su destino. Armenia, Asiria y Mesopotamia pasaron de inmediato a ser provincias romanas. El siguiente paso consistĆ­a en entrar en territorio parto, pero sin cometer los mismos errores que llevaron a Craso al desastre (de ahĆ­ la expresiĆ³n: craso error). Craso nunca debiĆ³ abandonar la orilla del EĆŗfrates y adentrarse en el desierto. Trajano no solo bajarĆ­a por un rĆ­o, sino por dos a la vez, una parte del ejĆ©rcito lo harĆ­a por el Ɖufrates y los demĆ”s por el Tigris. El Ɖufrates les llevaba directos a la capital del reino Ctesifonte; el Tigris a Babilonia. Esto provocarĆ­a la confusiĆ³n entre los partos a la vez que les harĆ­a dividir sus ejĆ©rcitos.

Trajano ordenĆ³ construir una flota de pequeƱos barcos capaces de navegar por ambos rĆ­os. Se dio la circunstancia, incluso, de la necesidad de transportar los barcos del Eufrates al Tigris, para lo cual se barajĆ³ la posibilidad de construir un canal, en un lugar donde quedan relativamente cerca uno del otro; pero los cĆ”lculos indicaban que ambos rĆ­os no discurrĆ­an al mismo nivel y el riesgo de inundaciones era alto. En vez de eso, se improvisĆ³ una pista por la que los barcos viajarĆ­an por tierra sobre unos rodillos. La flota, de unos 50 barcos, se presentĆ³ por sorpresa en la capital. Nadie esperaba a la flota romana, que la creĆ­an navegando por el Ɖufrates. Ctesifonte fue tomada y el rey Osroes se retirĆ³ para refugiarse en las montaƱas. El botĆ­n fue grandioso y entre lo mĆ”s valioso se llevaron el trono de oro macizo de Osroes, y a su propia hija. Parece ser, segĆŗn algunos investigadores, que la costumbre, cuando se trataba de poner a salvo la poblaciĆ³n, era no contar con las mujeres, por ser estas un estorbo que retrasaban la huĆ­da. Osroes no habrĆ­a contado ni con sus propias hijas, por lo que, Trajano la llevĆ³ con Ć©l.

Babilonia y Seleucia tambiĆ©n cayeron. La conquista de Partia no estaba siendo fĆ”cil, pero todo parecĆ­a salirle bien a Trajano, hasta que, a sus sesenta aƱos pasados, comenzĆ³ a sentirse cansado. Trajano fue el primer y Ćŗltimo emperador romano en ver el Golfo PĆ©rsico, y estando allĆ­, lamentĆ³ no ser mĆ”s joven, para seguir los pasos de Alejandro Magno. De pronto, todo comenzĆ³ a torcerse cuando recibiĆ³ noticias de que los judĆ­os habĆ­an emprendido revueltas en varias ciudades. Aquello fue aprovechado para que las ciudades partas conquistadas comenzaran a sublevarse tambiĆ©n. Lucio Quieto, su mejor general, fue enviado a Judea, mientras el resto intentaba neutralizar las revueltas en Partia. Y a todo este contratiempo vino a sumarse una repentina enfermedad. Se cree que fue un golpe de calor, aunque tambiĆ©n se dice que fue debido al mal vicio de beber en exceso. Trajano no llegarĆ­a a reponerse del todo y decidiĆ³ retirarse y poner rumbo a Roma. Para la primavera de 117 se encontraba en Selinus, en tierras de Silicia cerca de la actual Gazipasa (TurquĆ­a). AllĆ­ desembarcaron, pues su salud habĆ­a empeorado y decidieron descansar. Le acompaƱaba su esposa Plotina, que habĆ­a estado en Siria durante toda la campaƱa. El 9 de agosto, Trajano morĆ­a a los 64 aƱos de edad. 

Trajano no dejĆ³ descendencia. El emperador, segĆŗn Dion Casio, era homosexual, aunque se ignora si fue esta la razĆ³n por la que no tuvo hijos. Casio nos cuenta que Trajano tenĆ­a debilidad por los jovencitos y que bebĆ­a en exceso: «SĆ©, por supuesto, que se dedicaba a los chicos y al vino.» Es por esta razĆ³n, por lo que a menudo se le ha acusado de pervertido, pederasta y borracho. Sin embargo, el mismo Casio nos aclara que: «si Ć©l cometiĆ³ o soportĆ³ algĆŗn acto abyecto o infame como resultado de esto, habrĆ­a incurrido en censura; en cambio, bebiĆ³ todo el vino que quiso, pero permanecĆ­a sobrio, y en relaciĆ³n con los chicos no hiriĆ³ a nadie». O lo que es lo mismo, su comportamiento, tanto en la bebida como en el sexo, nunca fue causa escĆ”ndalo alguno.

Quien por lo visto sĆ­ sacĆ³ beneficio de todo esto fue su sobrino Adriano, que se beneficiaba a su tĆ­a polĆ­tica, que segĆŗn parece, aunque era mayor que Ć©l, estaba de muy buen ver. Esta relaciĆ³n habrĆ­a hecho que Plotina falsificara el testamento de Trajano en beneficio de Adriano, para que Ć©ste le sucediera en el trono. No se tiene constancia de que Trajano hubiera designado en ningĆŗn momento a su sobrino como sucesor, por lo que, se cree que las relaciones entre ambos no eran buenas. Estas sospechas aumentan si tenemos en cuenta el comportamiento de Adriano nada mĆ”s llegar a ser emperador, ordenando ejecutar a cuatro senadores, acusados de conspirar contra Ć©l, aunque el verdadero motivo era, que estos cuatro senadores, entre los que se encontraba el gran general Lucio Quieto eran hombres de confianza de Trajano. Adriano, a pesar de estar considerado otro de los mejores emperadores de Roma, comenzĆ³ con las manos manchadas de sangre, aunque esto, por otra parte, era algo que a nadie escandalizaba en aquellos tiempos, pues, como decĆ­an aquellos personajes de comic: “estĆ”n locos estos romanos”.


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