Génesis - Parte V

Capítulo 14

Abraham y Melquisedec

La batalla del mar Muerto

Ahora bien, aconteció en los días de Amrafel rey de Sinar, Arioc rey de Elasar, Kedorlaomer rey de Elam y Tidal rey de Goyim, 2 que estos hicieron guerra contra Bera rey de Sodoma, y contra Birsá rey de Gomorra, Sinab rey de Admá y Seméber rey de Zeboyim, y el rey de Bela (es decir, Zóar). 3 Todos estos marcharon como aliados a la llanura baja de Sidim, es decir, el mar Salado.
4 Doce años habían servido a Kedorlaomer, pero al año decimotercero se rebelaron. 5 Y en el año decimocuarto vino Kedorlaomer, y también los reyes que con él estaban, y asestaron derrotas a los refaím en Asterot-qarnaim, y a los zuzim en Cam, y a los emim en Savé-quiryataim, 6 y a los horeos en su montaña de Seír, hasta El-parán, que está junto al desierto. 7 Entonces se volvieron y vinieron a En-mispat, es decir, Qadés, y derrotaron a todo el campo de los amalequitas y también a los amorreos que moraban en Hazazón-tamar.

Tras el baile de nombres de reyes y pueblos podemos sacar en claro que la zona estaba bastante alborotada y las ciudades-reino de Sodoma y Gomorra estaban amenazadas. Ambos reyes buscarán aliados y juntos saldrán a plantar cara al gran ejército que intenta conquistar sus territorios. 


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8 Entonces fue cuando salió en marcha el rey de Sodoma, y también el rey de Gomorra y el rey de Admá y el rey de Zeboyim y el rey de Bela (es decir, Zóar), y se formaron en orden de batalla contra ellos en la llanura baja de Sidim, 9 contra Kedorlaomer rey de Elam y Tidal rey de Goyim y Amrafel rey de Sinar y Arioc rey de Elasar; cuatro reyes contra los cinco. 10 Ahora bien, la llanura baja de Sidim era pozo tras pozo de betún; y los reyes de Sodoma y Gomorra se dieron a la fuga y fueron cayendo en estos, y los que quedaron huyeron a la región montañosa. 

Hubo una gran batalla en la que los de Sodoma y Gomorra llevaron las de perder y tuvieron que retirarse; con tan mala fortuna que parte de su ejército quedó atrapada en unos pozos de betún. Pero, ¿qué eran estos pozos de betún? Pues ni más ni menos que petróleo que emergía hasta la superficie, creando unos pantanos viscosos. La zona citada, la llanura baja de Sidim, se encuentra en la actualidad bajo el mar Muerto, donde también se encuentran casi con seguridad las ciudades de Sodoma y Gomorra. La zona es un gran valle, una cuenca o depresión tectónica profunda. El mar Muerto es en realidad un lago endorreico, es decir, que no evacua el agua que recibe ni por desagüe superficial ni por infiltración, sino que evapora en su superficie toda el agua que colecta de su cuenca hidrográfica, en este caso del río Jordán y de otras fuentes menores. Actualmente se encuentra a un nivel más bajo que el Mediterráneo, pero se cree que no siempre fue así y que, en la antigüedad, un gran terremoto hundió el suelo, quedando sepultadas para siempre las ciudades de Sodoma y Gomorra. En cuanto a los pozos de betún, en el mar Muerto se ha descubierto, en efecto, que hay petróleo en su subsuelo.


Captura y liberación de Lot 

11 Entonces los vencedores tomaron todos los bienes de Sodoma y Gomorra y todo su alimento y se fueron por su camino. 12 También tomaron a Lot, hijo del hermano de Abrám, y sus bienes, y siguieron su camino. En aquel entonces él moraba en Sodoma. 13 Después de eso, un hombre que había escapado vino y se lo informó a Abrám el hebreo. Él residía entonces entre los árboles grandes de Mamré el amorreo, el hermano de Escol y hermano de Aner; y ellos eran confederados de Abrám. 14 Así llegó a oír Abrám que su hermano había sido llevado cautivo. En seguida juntó en formación militar a sus hombres adiestrados, trescientos dieciocho esclavos nacidos en su casa, y fue en persecución de ellos hasta Dan. 15 Y de noche se puso a dividir sus fuerzas, él y sus esclavos, contra ellos, y así los derrotó y siguió persiguiéndolos hasta Hobá, que está al norte de Damasco. 16 Y procedió a recobrar todos los bienes, y recobró también a Lot su hermano, y sus bienes, y también a las mujeres y a la gente. 

Abrám se ve por primera vez obligado a guerrear y convoca a sus 318 hombres adiestrados para tal fin. Un pequeño ejército preparado para proteger a su pueblo, esclavos nacidos en “su casa”, y que hasta ahora no se había mencionado que entraran en batalla alguna. Junto con sus aliados, Aner, Escol y Mamré, emprendió una marcha forzada en persecución de quienes habían secuestrado a su sobrino hasta más allá de Damasco, a unos 300 Km. en dirección norte. No se dan detalles de la batalla. Podríamos pensar que ni siquiera hubo tal batalla, sino simples escaramuzas o emboscadas donde consiguieron rescatar a Lot. Sin embargo, Lot no estaba solo, sino toda su gente, incluidos mujeres y niños. Por otra parte, se habla de un gran botín y la recuperación de todos los bienes de Lot, y eso no se consigue con simples escaramuzas y emboscadas. Todo apunta a que hubo una intensa lucha, a pesar de que ellos eran solo… poco más de 300. Es curioso, pero esta cifra se va a repetir varias veces a lo largo de la historia: 300 valientes que se enfrentan a un ejército infinitamente superior y lo vencen. 300 espartanos que se enfrentan en las Termópilas a 250.000 persas. 300 visigodos que se enfrentan en la Septimania a 60.000 francos. 300 asturianos que se enfrentan en Covadonga a 10.000 moros. Todos salen vencedores, y en casi todos los casos, gracias a la ayuda de su dios. En el caso que nos ocupa, los 318 guerreros de Abrám obtienen una gran victoria contra quienes le superaban ampliamente en número, gracias a Yahveh. A su regreso de la batalla, le salen al encuentro dos personajes de los que nada se sabe, salvo por su breve mención en este pasaje bíblico, uno es el rey de Sodoma, que por lo visto pudo escapar y no caer en los pozos de betún, y el otro el rey de Salem, que algunos identifican como la antigua Jerusalén. Este rey, llamado Melquisedec, que significa “el que gobierna con justicia”, hacía honor a su nombre y era, además, fiel a Yahveh, hasta el punto de hacerse referencia a él como “sacerdote del Dios Altísimo”. 

17 Entonces el rey de Sodoma salió a su encuentro después que él volvió de derrotar a Kedorlaomer y a los reyes que con él estaban, a la llanura baja de Savé, es decir, a la llanura baja del rey. 18 Y Melquisedec rey de Salem sacó pan y vino, y él era sacerdote del Dios Altísimo. 19 Entonces lo bendijo y dijo: “¡Bendito sea Abrám del Dios Altísimo, Productor de cielo y tierra; 20 y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado a tus opresores en tu mano!” Ante aquello, Abrám le dio el décimo de todo. 21 Después de eso el rey de Sodoma dijo a Abrám: “Dame las almas, pero toma los bienes para ti”. 22 Ante esto, Abrám dijo al rey de Sodoma: “De veras alzo la mano en juramento a Yahveh el Dios Altísimo, Productor de cielo y tierra, 23 y juro que, desde un hilo hasta una correa de sandalia, no, no tomaré nada de lo que es tuyo, para que no digas: ‘Yo fui quien enriqueció a Abrám’. 24 ¡Nada para mí! Solamente lo que ya hayan comido los jóvenes, y la parte que les corresponde a los hombres que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamré... que tomen ellos la parte que les corresponde”.


Capítulo 15

“Mira hacia arriba, a los cielos, y cuenta las estrellas, si es que se te hace posible contarlas”. Y pasó a decirle: “Así llegará a ser tu descendencia”

Alianza de Dios con Abram

Después de estos sucesos Yahveh dirigió la palabra a Abram en una visión, y dijo: “No temas, Abram. Soy para ti un escudo. Tu galardón será muy grande”.
2 A lo que dijo Abram: “Mi señor Yahveh, ¿qué me darás, cuando voy quedándome sin hijo y el que poseerá mi casa es un hombre de Damasco, Eliezer?”.
3 Y Abram añadió: “¡Mira! No me has dado descendencia, y un doméstico de mi casa será mi heredero”.
4 Pero he aquí que Yahveh le dirigió la palabra diciendo: “Este hombre no te sucederá; sino uno que saldrá de tus propias entrañas te sucederá como heredero”.
5 Entonces lo sacó afuera y dijo: “Mira hacia arriba, a los cielos, y cuenta las estrellas, si es que se te hace posible contarlas”. Y pasó a decirle: “Así llegará a ser tu descendencia”.

Las palabras que Dios dirige a Abram nos da a entender que su victoria sobre los reyes y la liberación de su sobrino Lot no le trajeron tranquilidad precisamente, más bien le sumió en un mar de inquietudes y por eso lo tranquiliza: “Soy para ti un escudo”. Pero son demasiadas las cosas que preocupan a Abrám y entonces se sincera con Yahveh, el cual de nuevo lo tranquiliza prometiéndoles que su descendencia será tan numerosa como las estrellas.

6 Y él puso fe en Yahveh; y él procedió a contárselo por justicia.
7 Entonces le añadió: “Yo soy Yahveh, que te hizo salir de Ur de los caldeos para darte esta tierra para que la tomes en posesión”.
8 A lo cual él dijo: “Señor Soberano Yahveh, ¿en qué sabré que la tomaré en posesión?”.
9 Él a su vez le dijo: “Toma para mí una novilla de tres años y una cabra de tres años y un carnero de tres años y una tórtola y un pichón”.
10 De modo que él tomó para sí todos estos y los partió en dos y puso cada parte de ellos de modo que hiciera juego con la otra, pero no cortó en pedazos los pájaros.
11 Y las aves de rapiña empezaron a descender sobre los cadáveres, pero Abram seguía ahuyentándolas.
12 Después de un rato el sol estaba para ponerse, y un sueño profundo cayó sobre Abram, y, ¡mire!, una oscuridad aterradoramente grande estaba cayendo sobre él.
13 Y él empezó a decir a Abram: “Puedes saber con seguridad que tu descendencia llegará a ser residente forastera en tierra ajena, y tendrá que servirles, y estos ciertamente la afligirán por cuatrocientos años.
14 Pero a la nación que ellos servirán yo la voy a juzgar, y después de aquello saldrán con muchos bienes.
15 En cuanto a ti, irás a tus antepasados en paz; serás enterrado en buena vejez.
16 Pero a la cuarta generación ellos volverán acá, porque todavía no ha quedado completo el error de los amorreos”.
17 Ahora el sol se estaba poniendo y vino una densa oscuridad y, ¡mire!, un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre estos trozos.
18 En aquel día Yahveh celebró un pacto con Abrám, diciendo: “A tu descendencia ciertamente daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates:
19 los quenitas y los quenizitas y los qadmonitas
20 y los hititas y los perizitas y los refaím
21 y los amorreos y los cananeos y los guirgaseos y los jebuseos”.

El llamado pacto era en realidad una promesa o pacto unilateral por parte de Dios en el que a Abrám no se le compromete a nada. En aquellos días, los pactos entre hombres se hacían mediante un ritual en el que se cortaba un animal por la mitad. Cada una de las mitades se colocaba a ambos lados de una zanja donde se recogía la sangre del animal. Por esta zanja debían caminar ambos participantes en el trato manchando sus ropas con la sangre. Después de esto quedaban comprometidos de tal manera que cualquiera de ellos que faltara a su promesa podía ser muerto. Abrám no pasó por entre los animales. En vez de eso cayó en un profundo sueño y en él vio cómo era Dios quien pasaba por entre ellos. Por lo tanto, fue un pacto en que solo Dios se comprometía a cumplir su promesa. Un pacto, que Dios propuso a Abrám, quizá al ver cómo su fiel siervo andaba bajo de ánimo y dubitativo.

Sobre este pacto, hay además, algunas interpretaciones en el que se le da una simbología que puede ser más o menos acertada. Por ejemplo, cada parte del animal significaría una nación que Yahveh le daría al pueblo de Israel. La paloma no se dividió porque representaba a Israel mismo que no sería dividido. Y el pichón representaba al mesías que sería el objetivo final de Yahveh, el salvador del mundo. Sobre las aves de rapiña que descendían se dice que no eran otra cosa sino las dudas e inquietudes de Abrám, que con aquel pacto conseguía por fin desecharlas. La oscuridad aterradora nada más caer en el profundo sueño, es el terrible anuncio que Dios hace a Abrám, de que su descendencia caerá esclava de Egipto por cuatrocientos años.


Capítulo 16




Agar

Sarai, esposa de Abram, no le había dado hijos; pero Sarai tenía una sierva egipcia, y el nombre de esta era Agar. 
2 Por lo tanto Sarai dijo a Abram: “Mira, por favor: Yahveh me ha excluido de dar a luz hijos. Llégate, pues a mi sierva. Quizás yo obtenga hijos por medio de ella”. De modo que Abram escuchó la voz de Sarai.
3 Entonces Sarai, esposa de Abram, tomó a Agar, su sierva egipcia, al cabo de diez años de haber morado Abram en la tierra de Canaán, y se la dio por esposa a Abram, su marido. 
4 Por consiguiente, él tuvo relaciones con Agar, y ella quedó encinta. Cuando ella se dio cuenta de que estaba encinta, entonces su ama empezó a ser despreciada a los ojos de ella.
5 Ante esto, Sarai dijo a Abram: “Tú eres el responsable del ultraje que se me hace. Yo misma entregué mi sierva en tu seno, y cuando ha concebido, he perdido consideración a sus ojos. Sea Yahveh juez entre tú y yo”. 
6 De modo que Abram dijo a Sarai: “Ahí tienes a tu sierva a disposición tuya. Haz de ella lo que parezca bien a tus ojos”. Entonces Sarai se puso a humillarla de modo que esta huyó de ella.

Como en las mejores familias, comienzan las desavenencias entre Sarai y Abram, a causa de su sierva Agar. Las sirvientas o esclavas podían ser tomadas por su señor y en este caso fue la misma Sarai la que, viendo la necesidad de que su esposo asegurase su descendencia, le animó a ello. El carácter de Sarai, por cierto, debía ser más bien áspero y malo de soportar (todavía no hemos llegado a ver cómo se las gasta de verdad), por lo que, Agar, viéndose ya madre de la descendencia de Abram, se toma la revancha y humilla a su señora. Pero basta con que Abram le dé permiso para que haga con ella lo que le plazca para que las tornas se vuelvan de nuevo, y muy mal se lo debió hacer pasar a la pobre Agar para que decidiera desaparecer de la vista de su ama. No obstante, Dios no llegará a desamparar a Agar en ningún momento y mediante su ángel le pide que vuelva para que todo discurra según Él tiene previsto; sus humillaciones se verán ampliamente recompensadas.

7 Más tarde, el ángel de Yahveh la halló junto a una fuente de aguas en el desierto, junto a la fuente en el camino a Sur. 
8 Y empezó a decir: “Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y a dónde vas?”. A lo cual dijo ella: “Huyo de la presencia de Sarai mi señora”. 
9 Y el ángel de Yahveh pasó a decirle: “Vuélvete a tu señora y humíllate bajo su mano”. 
10 Entonces le dijo el ángel de Yahveh: “Multiplicaré en gran manera tu descendencia, de modo que no será contada por su multitud”. 
11 Además, el ángel de Yahveh le añadió: “Mira que estás encinta, y ciertamente darás a luz un hijo, y tienes que llamarlo por nombre Ismael; porque Yahveh ha oído tu aflicción. 
12 En cuanto a él, llegará a ser un hombre [con características de] cebra. Su mano estará contra todos, y la mano de todos estará contra él; y delante del rostro de todos sus hermanos residirá”.
13 Entonces ella empezó a llamar por nombre a Yahveh, que le estaba hablando: “Tú eres un Dios de la vista —porque dijo ella—: ¿Realmente he mirado yo aquí al que me ve?”. 
14 Por eso se llamó al pozo Beer-lahai-roí. Aquí está entre Qadés y Bered. 
15 Más tarde Agar le dio a luz un hijo a Abram, y Abram llamó por nombre Ismael a su hijo que Agar dio a luz. 

16 Abram tenía ochenta y seis años de edad cuando Agar dio a luz a Ismael.


Capítulo 17



La circuncisión

Cuando Abram alcanzó la edad de noventa y nueve años, entonces Yahveh se le apareció y le dijo: “Yo soy Dios Todopoderoso. Anda delante de mí y resulta exento de falta. 2 Y ciertamente daré mi pacto entre yo y tú, para multiplicarte muchísimo”.
3 Ante aquello, Abram cayó sobre su rostro, y Dios continuó hablando con él, y dijo: 
4 “En cuanto a mí, ¡mira!, mi pacto es contigo, y ciertamente llegarás a ser padre de una muchedumbre de naciones.
5 Y ya no te llamarás más por el nombre Abram, y tu nombre tiene que llegar a ser Abrahán, porque padre de una muchedumbre de naciones de seguro te haré yo. 
6 Y ciertamente te haré fructífero en sumo grado, y de veras haré que llegues a ser naciones, y reyes saldrán de ti.
7 ”Y ciertamente pondré por obra mi pacto entre yo y tú y tu descendencia después de ti según sus generaciones para un pacto hasta tiempo indefinido, para que yo resulte ser Dios para ti y para tu descendencia después de ti. 
8 Y ciertamente te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus residencias como forastero, sí, toda la tierra de Canaán, por posesión hasta tiempo indefinido; y ciertamente resultaré ser Dios para ellos”.
9 Y Dios dijo además a Abrahán: “En cuanto a ti, tú has de guardar mi pacto, tú y tu descendencia después de ti según sus generaciones. 
10 Este es mi pacto que ustedes guardarán, entre yo y ustedes, incluso tu descendencia después de ti: Todo varón de ustedes tiene que ser circuncidado. 
11 Y tienen que ser circuncidados ustedes en la carne de su prepucio, y esto tiene que servir como señal del pacto entre yo y ustedes. 
12 Y todo varón de ustedes que tenga ocho días de edad tiene que ser circuncidado, según sus generaciones, cualquiera nacido en la casa y cualquiera comprado con dinero de cualquier extranjero que no sea de tu descendencia. 
13 Sin falta tiene que ser circuncidado todo el nacido en tu casa y todo el comprado con dinero tuyo; y mi pacto en la carne de ustedes tiene que servir de pacto hasta tiempo indefinido. 
14 Y el varón incircunciso que no quiera circuncidarse la carne de su prepucio, esa misma alma tiene que ser cortada de su pueblo. Ha quebrantado mi pacto”.
15 Y Dios pasó a decir a Abrahán: “En cuanto a Sarai tu esposa, no debes llamarla por el nombre Sarai, porque su nombre es Sara. 
16 Y ciertamente la bendeciré y también te daré de ella un hijo; y ciertamente la bendeciré, y ella de veras llegará a ser naciones; reyes de pueblos provendrán de ella”. 
17 Ante esto, Abrahán cayó sobre su rostro y se puso a reír y a decir en su corazón: “¿A un hombre de cien años de edad le nacerá un hijo, y Sara, sí, una mujer de noventa años de edad, dará a luz?”.
18 Después Abrahán dijo a Dios: “¡Oh que viviera Ismael delante de ti!”. 
19 A lo cual dijo Dios: “Sara tu esposa realmente te va a dar a luz un hijo, y tienes que llamarlo por nombre Isaac. Y ciertamente estableceré mi pacto con él por pacto hasta tiempo indefinido para su descendencia después de él. 
20 Pero tocante a Ismael te he oído. ¡Mira! Ciertamente lo bendeciré y lo haré fructífero y lo multiplicaré muchísimo. Ciertamente producirá él doce principales, y de veras haré que llegue a ser una nación grande. 
21 Sin embargo, mi pacto lo estableceré con Isaac, que Sara te dará a luz a este tiempo señalado el año próximo”.
22 Con eso Dios acabó de hablar con él y subió de donde [estaba] Abrahán. 
23 Entonces Abrahán procedió a tomar a Ismael su hijo y a todos los hombres nacidos en su casa y a todos los comprados con dinero suyo, a todo varón entre los hombres de la casa de Abrahán, y se puso a circuncidar la carne de su prepucio en aquel mismo día, tal como había hablado Dios con él. 
24 Y Abrahán tenía noventa y nueve años de edad cuando le fue circuncidada la carne de su prepucio. 
25 E Ismael su hijo tenía trece años de edad cuando le fue circuncidada la carne de su prepucio. 
26 En aquel mismo día fue circuncidado Abrahán, y también Ismael su hijo. 
27 Y todos los hombres de su casa, todo nacido en la casa y todo comprado de extranjero por dinero, fueron circuncidados con él.

La esclavitud y la Biblia
En estos últimos capítulos del Génesis se nos viene hablando de la “liberación” del pueblo que Dios ha elegido. Lo libera del mal que corrompe la tierra, apartándolo del resto y protegiéndolo. De este pueblo, descendiente directo de Set, nacerá el Mesías, según un pacto que Dios hace con Abraham. Sin embargo, también se viene hablando de sirvientes sumisos, siervos, o lo que es lo mismo: esclavos. ¿Es posible que Dios permitiera la esclavitud entre su pueblo? Al respecto, existe mucho información, y es precisamente esa abundancia la que nos lleva a la confusión. Quizás habría que cambiar el concepto que tenemos de esclavitud para poder entender lo que ocurría en aquella época, aunque es cierto que la dominación de un humano sobre otro no es concebible en ningún tiempo. Sin embargo, los sistemas sociales fueron establecidos por los mismos hombres y Dios decidió tolerar algunos de ellos, como la esclavitud, aunque en ningún caso permitió una forma de esclavitud opresiva entre su pueblo. Incluso más adelante hizo una regulación mediante unas leyes que dio a Moisés para que los esclavos tuvieran garantizados ciertos derechos. 

Veamos algunos puntos sobre esta ley.

● Secuestrar a una persona para luego venderla era un delito que se castigaba con la muerte. 

● En caso de que tu hermano empobrezca al lado tuyo y tenga que venderse a ti, no debes usarlo como trabajador en servicio de esclavitud. Debe resultar estar contigo como trabajador asalariado.

● Si un israelita era declarado culpable de hurto y no podía devolver el monto de lo robado según lo estipulaba la Ley, podía ser vendido como esclavo. Una vez que trabajara lo suficiente para saldar la deuda, recobraría su libertad.

● Se les prohibía a los amos maltratar a sus esclavos y abusar de ellos. De ser necesario, podían corregirlos, pero con moderación. Si un esclavo moría a causa del maltrato, la Ley ordenaba vengar su muerte. Y si perdía un diente o un ojo o sufría cualquier otra mutilación, debía ponérsele de inmediato en libertad.

● Los israelitas no podían pasar más de seis años como esclavos. 

● Cuando un esclavo recobraba su libertad, el amo tenía que ser generoso con él: “En caso de que lo enviaras de ti como persona puesta en libertad, no debes enviarlo con las manos vacías. De seguro debes equiparlo con algo de tu rebaño y de tu era y de tu lagar de aceite y de vino”.

Si seguimos indagando en el tema siempre vamos a encontrar quienes vean en estos puntos algo contradictorio, sobre todo en el punto cuatro donde se tolera el maltrato. Sea como fuere, Dios se limita a regularizar un sistema social y económico establecido por el propio hombre que, recordemos, decidió “liberarse de las ataduras” que le suponían la obediencia a Dios en un paraíso. Ahora, conocedores del bien y del mal, pretendiendo ser como Dios, eran libres para establecer sus propios sistemas de autogobierno y Dios simplemente decidió no intervenir en esto, siempre y cuando entre su pueblo elegido la cosa no se les fuera de las manos.


Traslademos el caso a nuestros días. Las condiciones sociales en muchos países no son mejores que las de aquella época. Incluso en los países más avanzados las leyes se hacen favoreciendo los intereses de los grandes empresarios antes que los del empleado y existen los empleos precarios donde se abusa del trabajador y no se cumplen sus derechos. Quizás dentro de mil años alguien se pregunte por qué Dios permitía tales abusos entre sus propios creyentes. Lo que ocurre es que Dios simplemente se limita a exigir que sus creyentes cumplan con las leyes establecidas pero no a intervenir en ellas.


Capítulo 18


Los enviados de Yahveh

Después Yahveh se le apareció entre los árboles grandes de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su tienda como al calor del día. 
2 Cuando él alzó los ojos, entonces miró y allí estaban tres hombres de pie a alguna distancia de él. Cuando alcanzó a verlos, echó a correr a su encuentro desde la entrada de la tienda y procedió a inclinarse a tierra. 
3 Entonces dijo: “Señor, si he hallado favor a tus ojos, te ruego no pases de largo junto a tu siervo. 
4 Que se traiga un poco de agua, por favor, y se les tiene que lavar los pies. Entonces recuéstense debajo del árbol.
5 Y permítaseme traer un pedazo de pan, y refresquen sus corazones. Después de eso pueden pasar adelante, porque por eso han pasado por este camino a donde su siervo”. A lo cual dijeron: “Está bien. Puedes hacer tal como has hablado”.
6 De modo que Abrahán fue apresurándose a la tienda a donde Sara y dijo: “¡Apresúrate! Toma tres medidas de sea de flor de harina, amásala y haz tortas redondas”. 
7 Luego Abrahán corrió a la vacada y procedió a tomar un toro joven, tierno y bueno, y a darlo al servidor, y este fue apresurándose a aderezarlo. 
8 Tomó entonces mantequilla y leche y el toro joven que había aderezado y lo puso delante de ellos. Entonces él mismo se quedó de pie al lado de ellos debajo del árbol mientras ellos comían.

Curiosa la manera en que Dios se le manifiesta a Abrahán en forma de tres hombres, a los cuales acoge con toda la hospitalidad acostumbrada entre su pueblo. Unos enviados que parecen traer una doble misión: anunciar la descendencia de Abrahán a través de Sara y su propósito contra la corrupción de Sodoma y Gomorra. Dos de los enviados parten para las ciudades corruptas y el tercero se queda conversando con Abrahán, que intenta convencer a Dios de que no castigue a justos por pecadores.

9 Ahora ellos le dijeron: “¿Dónde está Sara tu esposa?”. A lo cual él dijo: “¡Aquí en la tienda!”. 
10 De modo que continuó él: “De seguro volveré a ti el año próximo por este tiempo, y, ¡mira!, Sara tu esposa tendrá un hijo”. Ahora bien, Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda, y esta estaba detrás del hombre. 
11 Y Abrahán y Sara eran viejos, avanzados en años. A Sara le había cesado la menstruación. 
12 Por eso Sara empezó a reírse dentro de sí, diciendo: “Después que estoy gastada, ¿verdaderamente tendré placer, siendo, además, viejo mi señor?”. 
13 Entonces Yahveh dijo a Abrahán: “¿Por qué se rió Sara, y dijo: ‘¿Es que de veras y ciertamente daré a luz, aunque he envejecido?’? 
14 ¿Hay cosa alguna demasiado extraordinaria para Yahveh? Al tiempo señalado volveré a ti, el año próximo por este tiempo, y Sara tendrá un hijo”. 
15 Pero Sara empezó a negarlo, diciendo: “¡No me reí!”. Pues tenía miedo. A lo cual dijo él: “¡No!, pero sí te reíste”.
16 Más tarde los hombres se levantaron de allí y miraron abajo hacia Sodoma, y Abrahán iba andando con ellos para acompañarlos. 
17 Y Yahveh dijo: “¿Estoy yo manteniendo encubierto de Abrahán lo que voy a hacer? 
18 Pues Abrahán de seguro llegará a ser una nación grande y poderosa, y todas las naciones de la tierra tendrán que bendecirse por medio de él. 
19 Porque he llegado a conocerlo a fin de que dé mandato a sus hijos y a su casa después de él de modo que verdaderamente guarden el camino de Yahveh para hacer justicia y juicio; a fin de que Yahveh ciertamente haga venir sobre Abrahán lo que ha hablado acerca de él”.
20 Por consiguiente, Yahveh dijo: “El clamor de queja acerca de Sodoma y Gomorra es ciertamente fuerte, y su pecado es ciertamente muy grave. 
21 Estoy completamente resuelto a bajar para ver si obran del todo conforme al clamor que acerca de ello ha llegado a mí, y, si no, podré llegar a saberlo”.
22 Entonces los hombres se volvieron de allí y procedieron a irse a Sodoma; pero en cuanto a Yahveh, él todavía estaba de pie delante de Abrahán. 
23 Entonces Abrahán se aproximó y empezó a decir: “¿Verdaderamente barrerás al justo con el inicuo? 
24 Supongamos que haya cincuenta hombres justos en medio de la ciudad. ¿Los barrerás, pues, y no perdonarás el lugar por causa de los cincuenta justos que estén en él? 
25 ¡Es inconcebible de ti el que vayas a obrar de esta manera para dar muerte al justo con el inicuo, de modo que tenga que ocurrirle al justo lo mismo que le ocurre al inicuo! Es inconcebible de ti. ¿El Juez de toda la tierra no va a hacer lo que es recto?” 
26 Entonces dijo Yahveh: “Si hallo en Sodoma cincuenta hombres justos en medio de la ciudad, ciertamente perdonaré a todo el lugar por causa de ellos”. 
27 Pero Abrahán pasó a contestar y decir: “Por favor, mira que he tomado a mi cargo hablar a Yahveh, cuando soy polvo y ceniza. 
28 Supongamos que de los cincuenta justos faltaran cinco. ¿Arruinarás por los cinco a toda la ciudad?”. A lo cual él dijo: “No la arruinaré si hallo allí cuarenta y cinco”.
29 Pero volvió a hablarle de nuevo, y dijo: “Supongamos que se hallen allí cuarenta”. A su vez, él dijo: “No lo haré por causa de los cuarenta”. 
30 Pero continuó: “Que Yahveh, por favor, no se enardezca de cólera, sino que se me permita seguir hablando: Supongamos que se hallen allí treinta”. A su vez, él dijo: “No lo haré si hallo allí treinta”. 
31 Pero continuó: “Por favor, mira que he tomado a mi cargo hablar a Yahveh: Supongamos que se hallen allí veinte”. A su vez, él dijo: “No la arruinaré por causa de los veinte”. 
32 Por fin dijo: “Que Yahveh, por favor, no se enardezca de cólera, sino que se me permita hablar esta sola vez: Supongamos que se hallen allí diez”. A su vez, él dijo: “No la arruinaré por causa de los diez”. 

33 Entonces Yahveh procedió a irse cuando hubo acabado de hablar a Abrahán, y Abrahán se volvió a su lugar.

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