"Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan generosa como infortunada, soy el único representante del derecho monárquico en España.
Huérfana la nación ahora de todo derecho público y privada de sus libertades.
Afortunadamente la monarquía hereditaria y constitucional posee en sus principios la necesaria flexibilidad para que todos los problemas que traiga su restablecimiento consigo sean resueltos. Por mi parte, debo al infortunio estar en contacto con los hombres y las cosas de la Europa moderna, y si en ella no alcanza España una posición digna de su historia culpa mía no será ahora ni nunca.
Sea lo que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen español, ni buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal".
En este extracto del llamado Manifiesto de Sandhurst, el
príncipe Alfonso de solo 17 años de edad, se presenta al pueblo como buen
español, católico y liberal. En realidad, todo el mundo cree que fue redactado
por Antonio Cánovas del Castillo, dirigente del partido conservador y quien
sería el principal artífice en la restauración monárquica. Su madre, Isabel II,
ya había abdicado en él en 1870, poco después de ser exiliada en Paris, por lo
que, de llevarse a cabo la restauración de la monarquía, Alfonso era el
heredero legítimo. Cánovas ya había propuesto, durante la reunión que el
general Pavia había tenido con todo los partidos, la vuelta de Alfonso. Pero
finalmente se eligió a Francisco Serrano, que haría las veces de presidente del poder ejecutivo de una república que realmente
terminó como una dictadura.
En Valencia, Alfonso tiene sus incondicionales (los llamados
alfonsinos) que están en contacto con el general Martínez Campos. A mediados de
diciembre le envían un telegrama con el siguiente mensaje en clave: Naranjas en condiciones. Lo cual quería decir que todo estaba
listo y le esperaban para que se pusiera al frente de un levantamiento que
traería a Alfonso a España. El 27 de diciembre, Martinez Campos sale de Madrid
hacia Sagunto. A él se le une el general brigada Luis Dabán, que vino desde
Castellón. En Valencia, la noticia del levantamiento fue recibida con muestras
de júbilo. El general Jovellar, jefe del ejército del centro, al ser
telegrafiado e informado de lo que estaba ocurriendo, contestó que se unía al
levantamiento. Lo mismo hicieron los demás generales a lo largo y ancho de la
península, por lo que el pronunciamiento del general Martínez Campos no obtuvo
ninguna resistencia.
Solamente Francisco Serrano, como presidente del ejecutivo, se
opuso al levantamiento. Pero ya nada tenía que hacer. El general Fernando Primo
de Rivera convocó un consejo de ministros para informarles que el ejército de
Madrid se había adherido al pronunciamiento. Acto seguido, después de
protestar, los ministros se retiraron. Primo de Rivera queda como encargado de
todos los poderes y más tarde, el 31 de diciembre, constituye un gobierno
provisional dirigido por Antonio Cánovas. Ahora sí, la república llegaba
oficialmente a su fin.
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