La España de los cantones - Capítulo 8

Los intentos de persuasión de Pi y Margall

El presidente se ve desbordado. Los intransigentes se han salido con la suya y han puesto en marcha la república federal desde abajo. Por su parte, los carlistas campan a sus anchas por las Vascongadas y Cataluña, y Carlos, el pretendiente a rey, forma en Estella su propio gobierno. Con ministros; con moneda propia; con gente que le hacía reverencias, vamos… que no le faltaba de nada y se creía un rey de verdad. Entre la guerra carlista, la guerra de Cuba y ahora la rebelión cantonal, Pi y Margall se ve al frente de tres guerras civiles. Tres guerras civiles simultaneas -nada menos-, algo inaudito en la historia de ningún país.

El gobierno entonces decide enviar tropas para reprimir a los sublevados. El telegrama que Pi y Margall envió al Ministro de la Gobernación a todos los gobernadores civiles el 13 de julio decía lo siguiente:


«Obre V.S. en esa provincia enérgicamente. Rodéese de todas las fuerzas de que disponga, principalmente de las de "Voluntarios" y sostenga el orden a todo trance. Los de Madrid, con todos los comandantes sin excepción, han ofrecido su apoyo a las Cortes y al gobierno para salvar la República federal. Las insurrecciones carecen hoy de toda razón de ser puesto que hay una Asamblea soberana, producto del sufragio universal y pueden todos los ciudadanos emitir libremente sus ideas, reunirse y asociarse. Cabe proceder contra ellas con rigurosa justicia. V.S. puede obrar sin vacilación y con perfecta conciencia»

Pero al mismo tiempo en la madrugada del 14 de julio Pi y Margall le envió un telegrama al gobernador civil de Murcia para que intentara convencer a los insurrectos del Cantón de Cartagena de que lo que estaban haciendo no era defender la República federal sino ponerla en peligro:

«Las actuales Cortes, producto del sufragio universal más libre que se ha conocido, deben ser acatadas por todo buen republicano, como no queramos ponernos en abierta contradicción con nuestros principios. Es un verdadero crimen el querer organizar un estado federal sin que las Cortes hayan determinado previamente las atribuciones y los límites del poder de la nación. El camino para la realización de la República federal es sencillo. No lo compliquemos por la impaciencia de unos hombres más atentos, quizá a su vanidad, que a los intereses de la patria.»

La misma combinación de persuasión y represión utilizó Pi y Margall en Andalucía. Esto puede verse en las instrucciones dadas al general Ripoll:

«Confío tanto en la prudencia de Vd. como en su temple de alma. No entre en Andalucía en son de guerra. Haga Vd. comprender a los pueblos que no se forma un ejército sino para garantizar el derecho de todos los ciudadanos y hacer respetar los acuerdos de la Asamblea. Tranquilice Vd. a los tímidos, modere a los impacientes; manifiésteles que con sus eternas conspiraciones y frecuentes desórdenes están matando a la República. Mantenga siempre alta su autoridad. Apele, ante todo, a la persuasión y al consejo. Cuando no basten no vacile en caer con energía sobre los rebeldes.»

Pi y Margall, intelectual y hombre le letras, intentaba persuadir a los insurrectos con sus comunicados. Por otra parte, se veía obligado a intervenir enérgicamente si quería salvar la república federal. Tras largas e inútiles negociaciones, para no tener que utilizar la fuerza de las armas, Pi y Margall tiró la toalla y terminó dimitiendo el 18 de julio de 1873.

Publicar un comentario

0 Comentarios