La España de los cantones - Capítulo 7

Desde arriba o desde abajo 

La república española no quedó definida ni como unitaria ni como federal. En mayo se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes, que supusieron un gran triunfo del Partido Republicano Federal. La razón de tan aplastante victoria hay que buscarla en el retraimiento de los demás partidos, que veían ilegítimo el proyecto federalista y se retiraron sin participar. Sin embargo, dentro del propio partido federalista había de todo menos unidad.


Por una parte, tenemos a los llamados intransigentes, unos 60 diputados que proponían la creación de la república Federal desde abajo; esto es, desde el municipio a los cantones o estados y desde éstos al poder federal, sin la aprobación previa de una constitución. Estaban también los centristas, con algunos diputados menos, liderados por Francisco Pi y Margall, que coincidían con los intransigentes en que el objetivo era construir una república federal pero de arriba abajo, es decir, primero había que elaborar la Constitución federal y luego proceder a la formación de los cantones o estados federados.

Y también los moderados liderados por Emilio Castelar que defendían la formación de una república democrática que diera cabida a todas las opciones liberales, pero no que las Cortes se convirtieran en un poder revolucionario. Pensaban que la principal prioridad estaba en aprobar la nueva Constitución. Eran el grupo más numeroso de la Cámara, aunque también existían diferencias entre sus miembros.

A pesar de todo, la República Federal se aprobó. Recordemos que Figueras se había ido asqueado de tanto mamoneo, y que en su lugar nombraron a Pi y Margall, el cual tenía dos prioridades, acabar con los carlistas, que no dejaban de dar por culo en el norte y elaborar una constitución que regulara el federalismo.

La Constitución Federal de 1873 no pasó de ser un proyecto, redactado principalmente por Emilio Castelar, que no llegó a ser aprobado por las Cortes. Se pretendía transformar España en una federación. Se dice que se basaba en la Constitución de los Estados Unidos de 1787, influenciada a su vez por la Constitución española de 1869, aunque en esta última se contemplaba la separación entre la Iglesia y el Estado, incluyendo el reconocimiento a la libertad de culto.

Los intransigentes no estaban dispuestos a apoyar las prioridades de Pi y Margall. ¿Qué hicieron? Abandonar las Cortes y formar en Madrid aquello que llamaban Comité de Salud Pública. O lo que es lo mismo, salir del gobierno para formar su propio gobierno, una rebelión en toda regla, un golpe de estado. Era el 1 de julio. El día 2 publicaron un manifiesto donde anunciaban sus intenciones de plantear inmediatamente las reformas que había venido sosteniendo el Partido Republicano:

«Separadamente el Gobierno de la República y la mayoría han emprendido en sus últimas determinaciones una marcha funesta, han destruido de un solo golpe el edificio de nuestra propaganda y rasgado la bandera de la libertad y justicia.»

Acto seguido promovieron la inmediata formación de cantones. La locura pareció apoderarse de gran parte de España. Por el Levante y Andalucía crecieron los cantones como las setas. No solo las grandes ciudades, sino los pueblos más insignificantes se creyeron, no ya cantones o estados federados, sino naciones.

El 18 de julio, una vez iniciada la rebelión el Comité de Salud Pública de Madrid ordenaba:

«Que en todos los puntos en donde el partido federal tenga la fuerza necesaria, se formen Comités de Salud Pública, representantes de la imprescindible soberanía del pueblo.
Que bajo la autoridad de estos comités revolucionarios se proclame la autonomía administrativa y económica del Municipio, de la provincia y del Cantón, al cual corresponde la elección de los jueces, ayuntamientos, diputaciones o legislaturas, gobernadores, grandes asambleas cantonales y agentes económicos y administrativos.
Que esos comités no se disolverán hasta quince días después de haber promulgado el pacto federal, para evitar que el pueblo sea engañado, como ha sucedido hasta aquí.»

Nacía el federalismo, tal como los llamados intransigentes querían, de abajo arriba, desde el municipio a los cantones o estados y desde éstos al poder federal.

Publicar un comentario

0 Comentarios