La España de los cantones - Capítulo 5

Estanislao Figueras
La crisis del 73

Estanislao Figueras fue elegido presidente. Tenía 54 años, era un reputado republicano, nacido en Barcelona . En su discurso, Figueras dijo que la República era «como el iris de paz y de concordia de todos los españoles de buena voluntad». Sin embargo, nunca hubiera imaginado que su elección como presidente se iba a convertir en su peor pesadilla; porque eso debió significar para este hombre estar a cargo de la nación, el poco tiempo que estuvo; si no, no se explica su decisión de mandarlo todo a paseo y huir del país, no sin antes ponerlos a todos de vuelta y media.

La situación económica era dificilísima con un gran déficit y una enorme deuda; coincidiendo con la crisis de 1873 que ya se dejaba sentir por todo el mundo, pues justo unos meses después, en septiembre, estallaba el llamado Pánico del 73; una oleada de pánico desencadenada en Estados Unidos que se apoderó del mundo, tras la quiebra de la entidad bancaria Jay Cooke and Company, de la ciudad de Filadelfia. Antes ya había caído la Bolsa de Viena el 9 de mayo. Aquel desastre económico fue el inicio de lo que se llamó la Gran Depresión, una dura crisis de alcance global de la que el mundo no se recuperaría hasta el año 1896.

Marx ya había advertido que el capitalismo iba a conducir a una crisis que lo destruiría: «como un mago que ya no puede controlar sus fuerzas». El afán de reproducir riqueza a cualquier costo, desembocaría en una sobreproducción que conduciría irremediablemente a una crisis. A su vez, la clase trabajadora tomó conciencia de que era víctima de una explotación salvaje.

En España, donde somos más chulos que nadie, la crisis se dejó sentir con especial severidad, incluso antes del estallido de aquella gran depresión mundial: el paro aumentaba entre jornaleros y obreros y las organizaciones proletarias respondían con huelgas y ocupaciones de tierra. Había que soportar los costes de una guerra en Cuba y otra en España, la tercera de los carlistas. Hubo varios intentos de golpe de estado en pocos meses. Y para añadir más leña al fuego, en Barcelona se proclama el Estado Catalán.



El Estado Catalán

El 8 marzo, mientras en Madrid se intenta un nuevo golpe de estado, se proclama en Barcelona el Estado Catalán. Pero atención, se trata de la proclamación de un estado dentro de la República Federal Española; no es una declaración independentista. En cualquier caso, la república federal solo era una propuesta en debate, por lo que la proclamación catalana era una provocación que ponía en serios aprietos al ya de por sí desbordado Estanislao Figueras. 

Era la segunda vez que lo hacían, la primera fue en febrero y solo los telegramas enviados por Pi y Margall, todavía ministro de gobernación, los hizo desistir. El presidente del nuevo estado sería Baldomer Lostau, apoyado por el alcalde de Barcelona Miquel González, y por el gobernador civil Miquel Ferrer. El propio presidente de la república Estanislao Figueras se presentó en Barcelona para tratar de arreglar la situación. Para desconvocar la proclamación hizo falta prometer que el ejército español en Cataluña sería disuelto.



Señores, no puedo más, voy a serles franco…

Figueras sufría ya una fuerte depresión; su mujer había muerto hacía poco y ahora tenía la firme certeza de que los generales partidarios de los llamados «intransigentes», Juan Contreras y Blas Pierrad preparaban un golpe de estado para iniciar la República federal. En el congreso se sucedían los debates estériles, uno tras otro sin llegar a ningún acuerdo. Figueras estaba ya al borde de lo que podía soportar, y entonces, este hombre, cabal, recto y de buenas maneras, explotó:

«Senyors, no puc mès, vaig a ser-los franc, estic fins als collons de tots nosaltres.» 
«Señores, no puedo más, voy a serles franco, estoy hasta los cojones de todos nosotros.»

Tuvo el temple necesario para decir: nosotros. Acto seguido abandonó la sala y no volvieron a verle durante algún tiempo. Para imaginarnos cómo eran los debates parlamentarios en aquellos días, basta echarle una ojeada a lo descrito por Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales:

«Las sesiones de las Constituyentes me atraían, y las más de las tardes las pasaba en la tribuna de la prensa, entretenido con el espectáculo de indescriptible confusión que daban los padres de la Patria. El individualismo sin freno, el flujo y reflujo de opiniones, desde las más sesudas a las más extravagantes, y la funesta espontaneidad de tantos oradores, enloquecían al espectador e imposibilitaban las funciones históricas. Días y noches transcurrieron sin que las Cortes dilucidaran en qué forma se había de nombrar Ministerio: si los ministros debían ser elegidos separadamente por el voto de cada diputado, o si era más conveniente autorizar a Figueras o a Pi para presentar la lista del nuevo Gobierno. Acordados y desechados fueron todos los sistemas. Era un juego pueril, que causaría risa si no nos moviese a grandísima pena.»

Al día siguiente, los ministros Castelar y Pi y Margall, viendo que no se presentaba en el Ministerio, mandan a buscarle a su casa. Los criados informan a los enviados que la noche anterior Figueras había hecho las maletas y había salido con la intención de tomar un tren en Atocha con destino a Francia. Cosa que, efectivamente, había hecho. En vista de que era cierto que Figueras estaba hasta los mismísimos, Francisco Pi y Margall fue nombrado nuevo presidente de la República.

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