La España de los cantones - Introducción

΅La historia más vergonzosa jamás contada΅ 

«Si todo lo anterior se escribió en los libros de historia para regocijo de las generaciones venideras, que pueden leer con orgullo cómo sus antepasados lucharon con arrojo y valentía por defender la dignidad de la nación que sus descendientes debían heredar, lo que siguió a continuación, no puede ser más vergonzoso y denigrante; por lo que, si lo primero debiera estar escrito en letras de oro para su mayor realce, lo segundo debiera quedar olvidado en el trastero de las vergüenzas, de no ser, porque toda nación debe asumir y reconocer lo bueno y lo malo, los logros y los fracasos, lo glorioso y lo humillante, lo bello y lo esperpéntico.» 

El anterior texto, extraído del libro La Torre Inclinada, hace referencia al coraje y valentía que los españoles mostraron ante la invasión francesa. Toda España, sin excepción, estuvo unida para expulsar a las tropas de Napoleón. Algo que, sin duda, enorgullecerá a algunos o dejará indiferente a otros, pero nunca nadie podrá sentir vergüenza por unos antepasados que lucharon por su nación. Todos unidos. Apenas hubo acabado la guerra, aquel rey que Napoleón mantuvo “secuestrado” durante los seis años que duró ésta, fue devuelto a España, aunque más nos hubiera valido que se lo quedaran allí para siempre, pues con él llegó de nuevo la desgracia y la humillación para los que habían luchado en su nombre. Empañando todo aquello que el pueblo, sobre todo el pueblo llano, hizo brillar con luz propia defendiendo su tierra, hasta tal punto, que hasta el enemigo quedó admirado. El propio general francés Foy escribió fascinado sobre la batalla de Bailén:

«España debió aparecer de repente altiva, noble, apasionada, poderosa, tal como había sido en sus tiempos heroicos. ¡Qué fuerzas y qué poderío iban a ser necesarios para domar una nación que acababa de conocer lo que valía...! ¡Y qué efecto en las demás naciones! La Inglaterra deliró de gozo, la Europa oprimida se volvió hacia la España, y todos los pueblos fijaron sus miradas en el punto de donde saltaba de una manera tan imprevista un destello de luz que había de alumbrar al mundo.» 

No en vano los andaluces habían propinado al emperador de Europa su primera derrota. Sin embargo, expulsamos a un tirano extranjero para ser súbditos de un tirano propio, Fernando VII. Con él pasamos de la gloria a una decadencia que heredaría su descendencia y que tendría su culminación 60 años más tarde, cuando lo estrambótico y lo absurdo te hacen sentir vergüenza.

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Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

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Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

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