Titanes 1


DespuĆ©s de haber visto el desastre de Troya, muchos serĆ”n los que se pregunten quiĆ©nes eran, cĆ³mo surgieron o quiĆ©n inventĆ³ a los dioses griegos, que en realidad no difieren demasiado de los dioses de otras culturas y siempre vamos a encontrar analogĆ­as y paralelismos. Para ello, nada mejor que comenzar por el principio: veremos quiĆ©n era realmente Zeus y cĆ³mo llegĆ³ a ser rey de los demĆ”s dioses, pero antes que Ć©l, existieron otros; Zeus era nieto de los dioses originales, Gea y Urano. La familia de deidades se multiplicĆ³ y llegĆ³ a haber mestizaje incluso entre dioses y humanos, caso de HĆ©rcules o Aquiles.

Tambien hubo casos entre dioses y los propios elementos, caso de Afrodita. Los siguientes capĆ­tulos tratan del origen de los dioses, de los primeros conflictos entre ellos y su relacion con los humanos. Sobre quiĆ©n los inventĆ³: seguramente se trata de guerras, leyendas y personajes que han pasado de generaciĆ³n en generaciĆ³n, entre los que puede entreverse lo que pudo ser verĆ­dico y lo que se debe a la simple imaginaciĆ³n de los poetas de su tiempo. 

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Los Titanes eran la raza de dioses anteriores a la generaciĆ³n de Zeus, es decir, los hijos de Urano, -el Cielo- y de Gea, -la Tierra-, mucho antes de que los humanos aparecieran sobre ella. Pero tambiĆ©n se consideran Titanes a los hijos de Ć©stos. Prometeo y Atlas, por ejemplo, estĆ”n considerados como Titanes aĆŗn siendo de la misma generaciĆ³n que Zeus o Hera, primos hermanos de los otros. Por lo tanto, aunque se habla de una guerra entre Titanes y OlĆ­mpicos, si nos atenemos estrictamente a que Titanes fueran solo la primera generaciĆ³n, tanto en un bando como en el otro habĆ­a Titanes y no Titanes. Pero en todo caso se habla de una segunda generaciĆ³n de Titanes, por lo que la cosa es bastante compleja y difĆ­cil de entender a la hora de clasificarlos.

El origen de los dioses 
Urano fue el dios original padre de todos los dioses venideros. Se dice que se generĆ³ del Caos, el estado primigenio del cosmos infinito. Pero tambiĆ©n se afirma que naciĆ³ de Gea, la madre Tierra. Y otros aĆŗn dicen que naciĆ³ del Ɖter, un elemento mĆ”s puro y mĆ”s brillante que el aire y de Hemera, la personificaciĆ³n del dĆ­a, versiĆ³n Ć©sta Ćŗltima que no difiere mucho de la primera sobre el Caos. La versiĆ³n mĆ”s aceptada es la que cuenta que Gea tambiĆ©n naciĆ³ del Caos y de sĆ­ misma engendrĆ³ a Urano para cubrirla como un cielo estrellado. AsĆ­, ya tenemos formados el cielo y la tierra. De la uniĆ³n de ambos nacieron OcĆ©ano, titĆ”n de los mares y rĆ­os, Ceo, el titĆ”n de la inteligencia, CrĆ­o, HiperiĆ³n, el dios de la observaciĆ³n, JĆ”peto, Tea, diosa de la vista que dotaba de brillo a los metales preciosos, Rea, Temis, MnemĆ³side, la personificaciĆ³n de la memoria, Febe, Tetis y por Ćŗltimo a Cronos. Gea tambiĆ©n dio a luz a los gigantes cĆ­clopes EstĆ©ropes y Argesy a los hecatĆ³nquiros Coto, Briareo y Giges, tambiĆ©n gigantes, de cien brazos y cincuenta cabezas. Pero a Urano no le gustaron estos hijos y los escondiĆ³ en el TĆ”rtaro, es decir, su vientre, que consistĆ­a en un profundo abismo usado como una mazmorra de sufrimiento.

Con esto, Urano se ganĆ³ el odio de Gea, que reuniĆ³ a sus hijos y les contĆ³ su plan para derrocarlo. Gea habĆ­a fabricado una gran hoz de pedernal y con ella debĆ­an matar a Urano, pero ninguno quiso cargar en su conciencia la muerte de su propio padre, excepto Cronos, que cogiĆ³ la hoz y se dispuso a cumplir la voluntad de su madre. El plan consistĆ­a en tenderle una emboscada y asesinarlo, para ello Gea citĆ³ a Urano y una vez se hubieron encontrado, Cronos le atacĆ³. La hoz le segĆ³ los testĆ­culos que fueron a parar al ocĆ©ano formando una espuma de la que naciĆ³ Afrodita, que emergiĆ³ del agua ya crecida. Urano huyĆ³ jurando vengarse, pero ya habĆ­a sido destronado. Cronos arrojĆ³ al mar la hoz, y de ella naciĆ³ la isla de Creta. Pero Cronos temĆ­a a los cĆ­clopes y a los hecatĆ³nquiros y volviĆ³ a encerrarlos en el TĆ”rtaro. Cronos se casĆ³ con su hermana Rea y ambos reinaron como reyes de todos los dioses.

De su propia madre, Cronos supo que serĆ­a derrocado por uno de sus hijos, al igual que Ć©l habĆ­a derrocado a su padre; y para que esto no se cumpliera, tal como iban naciendo, Cronos se los iba tragando. Por eso, cuando Rea estaba a punto de dar a luz a Zeus, le pidiĆ³ ayuda a Gea para salvarlo. Rea pariĆ³ a Zeus en secreto en la isla de Creta. Cuando Cronos supo que Rea habĆ­a dado a luz acudiĆ³ para que le entregaran al reciĆ©n nacido, Rea le entregĆ³ una piedra envuelta en mantas y Ć©ste, sin pararse a mirar si de verdad era un niƱo, se la tragĆ³.

Zeus se habĆ­a convertido ya en adulto cuando fue a ver a su padre y pedirle explicaciones. No estĆ” muy claro si Cronos ya sabĆ­a de quiĆ©n se trataba, el caso es que lucharon y Zeus le venciĆ³ para despuĆ©s obligarle a regurgitar la piedra que se habĆ­a tragado creyendo que se trataba del Zeus bebĆ©, y mĆ”s tarde a todos sus hermanos. Dicen que Tetis, la personificaciĆ³n de la prudencia, ayudĆ³ dĆ”ndole a Cronos un brebaje para que vomitara. Sus hermanos fueron expulsados en el orden inverso al que fueron devorados, y asĆ­ salieron sanos y salvos DemĆ©ter, Hera, Hades, Hestia y PoseidĆ³n. MĆ”s tarde, Zeus liberĆ³ tambiĆ©n a los hermanos de Cronos, los HecatĆ³nquiros y los CĆ­clopes, de su mazmorra en el TĆ”rtaro y matĆ³ a su guardiana, Campe. Los cĆ­clopes le agradecieron a Zeus su gesto dĆ”ndole el rayo y el trueno. Pero lo mĆ”s duro estaba por venir, pues se avecinaba una gran guerra entre Titanes y OlĆ­mpicos, la llamada Titanomaquia.

La mutilaciĆ³n de Urano - Giorgio Vasari y Christofano Gherardi. 1560
La guerra por el poder del Universo
DespuĆ©s de que Cronos fuera vencido por su hijo Zeus, congregĆ³ a sus hermanos y sobrinos para declararle la guerra. Ceo, CrĆ­o, HiperiĆ³n, JĆ”peto, Atlas y Menecio se unieron a Ć©l, los demĆ”s permanecieron neutrales. Otros, como los hijos de JĆ”peto, Prometeo y Epimeteo lucharĆ­an en el bando de Zeus, que contaba con sus hermanos y hermanas Hestia, Demeter, Hades y PoseidĆ³n. Contaba ademĆ”s con los cĆ­clopes y los hecatĆ³nquiros.

Algunas versiones tambiĆ©n incluyen a Hera, pero esto contradice a la versiĆ³n que dice que Hera fue puesta a salvo de la guerra y enviada para ser protegida por su tĆ­a Tetis y OcĆ©ano, que se habĆ­an declarado neutrales. Los titanes tenĆ­an su cuartel general en el monte Otris, los de Zeus en el monte OlĆ­mpo. OlĆ­mpicos y Titanes estaban a punto de librar una gran guerra con temibles batallas que harĆ­an que Urano, el dios del Cielo, estuviera a punto de desplomarse sobre la Tierra.

Zeus iba perfectamente armado con el rayo, regalo de los cĆ­clopes. Los terribles relĆ”mpagos que lanzaba sobre sus oponentes hacĆ­an estragos sobre ellos. Pero no menos temibles eran las piedras lanzadas por los HecatĆ³nquiros, los gigantes de cien brazos, que las lanzaban de cien en cien. PoseidĆ³n por su parte luchaba fieramente con su tridente y Hades se hacĆ­a invisible al ponerse su casco. Todo esto hizo que pronto los OlĆ­mpicos llevaran las de ganar, pero los Titanes eran tambiĆ©n dioses y no eran fĆ”ciles de vencer, por lo que, la guerra se alargĆ³ por nada menos que diez aƱos.

Cuando por fin lograron la victoria, Cronos y los suyos fueron encerrados en el TĆ”rtaro, ocupando el lugar que habĆ­an ocupado cĆ­clopes y hecatĆ³nquiros, que ahora montarĆ­an guardia sobre los prisioneros. La tierra y el espacio entre el cielo y Ć©sta habĆ­a sido devastado y Urano estaba a punto de caer. Atlas no serĆ­a encerrado, su castigo consistirĆ­a en hacer que Urano no cayera, sostendrĆ­a la bĆ³veda celeste por toda la eternidad. OcĆ©ano y las TitĆ”nides Tea, Rea, Temis, MnemĆ³sine, Febe y Tetis, habĆ­an permanecido neutrales, no fueron castigadas. Cronos, no se sabe muy bien quĆ© fue de Ć©l, pero hay quien cuenta que despuĆ©s de muchos aƱos, Zeus se apiadĆ³ de Ć©l, que despuĆ©s de todo era su padre, y le liberĆ³ para que reinara en las islas de los Bienaventurados.

AsĆ­ fue cĆ³mo Zeus se convirtiĆ³ en el rey de los dioses y procediĆ³ a repartirse el mundo con sus hermanos mayores, PoseidĆ³n y Hades. Se lo echaron a suertes, a PoseidĆ³n le tocaron los ocĆ©anos y a Hades el inframundo, por lo que Zeus se quedĆ³ el cielo. Solamente la antigua Gea, la Tierra, no fue echada a suertes, quedando bajo el dominio de los tres.

Zeus y Hera
Gran boda en el Olimpo
Zeus estaba locamente enamorado de su hermana Hera. Lo habĆ­a estado desde que era una niƱa. Y desde que se encaprichĆ³ en ella naciĆ³ en Zeus un amor que durarĆ­a para siempre. Cuando comenzĆ³ la guerra entre OlĆ­mpicos y Titanes, Hera fue apartada del conflicto y enviada a Arcadia donde estuvo al cuidado de sus tĆ­os OcĆ©ano y Tetis. Se deduce de esto que Hera no habĆ­a crecido mientras estuvo en el estĆ³mago de Cronos, aunque otras versiones cuentan que participĆ³ en la guerra de Titanes. Durante esta guerra Zeus se casĆ³ con Metis, que en principio se sintiĆ³ reacia pero acabĆ³ aceptĆ”ndole. Metis tuvo una visiĆ³n y se la contĆ³ a Zeus aunque mĆ”s le hubiera valido permanecer callada.

SegĆŗn esta visiĆ³n tendrĆ­an una hija y un hijo que estarĆ­a destinado a gobernar el mundo. Si la profecĆ­a se cumplĆ­a, su propio hijo le destronarĆ­a, por esto Zeus la devorĆ³ cuando estaba embarazada. MĆ”s tarde, Zeus mismo darĆ­a a luz un bebĆ© que le brotĆ³ de la cabeza. Cuentan que fue Prometeo quien tuvo que abrirle la cabeza para sacarle el bebĆ©. No era un niƱo, sino una niƱa, a la que puso por nombre Atenea. 

Una vez que acabĆ³ la gran guerra, establecido ya en el monte Olimpo como rey, Zeus que en ningĆŗn momento habĆ­a olvidado a Hera, decidiĆ³ un dĆ­a ir a buscarla. Al encontrarla quedĆ³ maravillado; habĆ­a crecido y se habĆ­a convertido en una autĆ©ntica belleza. Zeus se le apareciĆ³ convertido en cuco, ella dejĆ³ que se posara en su mano y lo protegiĆ³ del frio. Entonces Zeus recobrĆ³ su forma original y mantuvo relaciones con ella. Unos dicen que la violĆ³, otros que no tanto, el caso es que Zeus se casĆ³ con Hera, que pasĆ³ a ser la reina indiscutible del Olimpo. 

Fue una boda por todo lo alto, como corresponde a un rey y a una futura reina y tuvo lugar en el monte Olimpo, donde ademĆ”s, se quedarĆ­an a vivir. Todos los dioses acudieron a honrarles con su presencia y les llevaron regalos de lo mĆ”s variado, destacando el Ć”rbol que producĆ­a manzanas doradas y daba vida eterna, regalo que hizo Gea a Hera y que plantarĆ­a en el jardĆ­n de las HespĆ©rides. Los reciĆ©n casados eran felices. 

El romance entre dioses hermanos no debe confundirse con el incesto. Cronos ya se habĆ­a casado con una hermana tambiĆ©n. Zeus y Hera se casaron y los demĆ”s dioses, titanes y ninfas lo vieron como algo natural acudiendo a la boda y llevando regalos y no se trata de que todos fueran igual de corruptos. Al provenir de un mismo y temprano tronco tenĆ­an necesariamente que escogerse entre hijos de unos mismos padres al igual que en la Biblia, y aunque este hecho no se detalle, CaĆ­n tuvo necesariamente que casarse con una hermana para garantizar la expansiĆ³n de la raza humana.

Zeus se dedicaba a mantener el orden del universo, Hera dio a luz a Ares, Hebe e Ilitia. Todo iba bien en la pareja, hasta que naciĆ³ Hefesto, feo y deforme. Hera se sintiĆ³ horrorizada por haber parido semejante criatura, y mandĆ³ que lo alejaran de ella, fuera del Olimpo. Hay versiones que cuentan que este hijo lo pariĆ³ a solas y Zeus nada supo de Ć©l hasta que volviĆ³ ya mayor. La explicaciĆ³n podrĆ­amos encontrarla en el hecho de que Zeus era un autentico sinvergĆ¼enza y mujeriego que no paraba de fijarse en diosas, ninfas y mortales del sexo contrario. Zeus le era infiel y Hera comenzĆ³ a sufrir ataques de celos descontrolados que la llevaron a perseguir a sus amantes y a vengarse de ellas. 

Zeus la amaba de verdad, pero la obsesiĆ³n por las mujeres era superior a Ć©l y le perdĆ­a, y Hera sufriĆ³ humillaciones como hacerse cargo de los hijos que tenĆ­a con otras, como aquella vez que pretendĆ­a que amamantara al hijo de Alcmena, HĆ©rcules. Pero Hera explotĆ³ al enterarse de que una ninfa a la que consideraba su amiga era una enviada de su marido para que la controlara mientras Ć©l estaba con sus amantes. Se presentaba a hacerle visitas y hablaba sin parar. Cuando descubriĆ³ a quĆ© venĆ­a la castigĆ³. A partir de aquel dĆ­a, aquella amiga tan charlatana, llamada Eco, no podrĆ­a nunca mĆ”s mantener una conversaciĆ³n con nadie, solo podrĆ­a repetir lo que oyera de los demĆ”s. DespuĆ©s de eso, Hera tomĆ³ la decisiĆ³n de no aguantar mĆ”s, abandonĆ³ a Zeus y se fue a vivir a la isla de Eubea. 

De nada sirvieron las sĆŗplicas de Zeus, Hera no le escuchĆ³ y se marchĆ³ sin decir adĆ³nde iba. Y por muchos adivinos que Zeus consultĆ³, ninguno supo darle norte de dĆ³nde se encontraba su esposa. Cuando mĆ”s enfrascado andaba buscĆ”ndola, Hermes le avisĆ³ que un gigante monstruoso le buscaba para desafiarle. Era el hijo menor de Gea, que enviado por su madre se exigĆ­a liberar a sus hermanos que estaban prisioneros en el TĆ”rtaro.

Eco y Narciso - Nicolas Poussin
Eco y Narciso
La bella y joven Eco era una ninfa de cuya boca salĆ­an las palabras mĆ”s bellas. Todo el mundo se complacĆ­a y deleitaba al escucharla hablar. A pesar de eso, a Hera nunca le cayĆ³ bien, temerosa de que su mari￾do se fijara en ella. A pesar de todo, pensaba que teniendola cerca evitarĆ­a la traiciĆ³n. Y aĆŗn asĆ­ sucediĆ³ que cayĆ³ en brazos de Zeus. Unos cuentan que fue por eso que Hera la castigĆ³ quitĆ”ndole la voz y obligĆ”ndola a repetir la Ćŗltima palabra que decĆ­a la persona con la que mantuviera la conversaciĆ³n, otros cuentan que fue por distraerla mientras Zeus estaba con otras mujeres.

En cuanlquier caso Eco quedĆ³ incapacitada para tomar la iniciativa en una conversaciĆ³n, limitada sĆ³lo a repetir las palabras ajenas. 

Eco se apartĆ³ del trato humano. Retirada en el campo, se enamorĆ³ del hermoso pastor Narciso, hijo de la ninfa Leiriope de Tespia y del dios-rĆ­o CĆ©fiso. Eco lo seguĆ­a todos los dĆ­as sin ser vista, pero uno de ellos, debido a una imprudencia al pisar una rama, Narciso la descubriĆ³. Eco buscĆ³ ayuda de los animales del bosque como ninfa que era, para que le comunicaran a Narciso el amor que sentĆ­a por Ć©l, ya que ella no podĆ­a contarlo. Una vez que Narciso supo esto, se riĆ³ de ella, y Eco volviĆ³ a su cueva y permaneciĆ³ allĆ­ hasta morir. 

Sobre Narciso, algunos cuentan que un muchacho que tambiĆ©n se habĆ­a enamorado de Eco orĆ³ a los dioses, pidiendo que Narciso sufriera al sentir un amor no correspondido, como el que habĆ­a hecho sufrir a otros. La oraciĆ³n fue respondida por NĆ©mesis, la que arruina a los soberbios, quien maldijo a Narciso a enamorarse de su propio reflejo. El joven terminĆ³ muriendo de desamor (otros dicen que se ahogĆ³ al caer al agua mientras miraba su rostro en el rĆ­o) y bajĆ³ al Inframundo, donde fue atormentado para siempre por su propio reflejo en el rĆ­o Estigia.

TifĆ³n - Mural etrusco
Entre celos y monstruos
Por fin Zeus pudo saber dĆ³nde se encontraba Hera y no tardĆ³ en presentarse delante de ella, que no quiso mirarle a la cara. Ɖl insistĆ­a en que volviera, ella se negaba. Ɖl le jurĆ³ que ella era el amor de su vida. Pero Hera seguĆ­a sin escucharle. Le recitĆ³ versos y le dijo mil zalamerĆ­as, pero todo fue en balde. Zeus no podĆ­a demorarse mĆ”s, Gea estaba muy enfadada por ver a los Titanes encerrados en el TĆ”rtaro y enviĆ³ a TifĆ³n a desafiarlo. HacĆ­a dĆ­as que no paraba de atosigarle por todas partes y temĆ­a que viniera hasta allĆ­. Lo mejor serĆ­a ir a hacerle frente. Zeus se marchĆ³, y Hera quedĆ³ desolada y triste, le amaba profundamente, pero no estaba dispuesta a sufrir mĆ”s por Ć©l. 

TifĆ³n era un coloso que tenĆ­a una estatura tal que alcanzaba las estrellas. Cada dedo de sus manos era una cabeza de dragĆ³n y un gran nĆŗmero de serpientes salĆ­an de sus muslos. TifĆ³n abrasaba todo cuanto miraba y vomitaba fuego y lava, ademĆ”s de ser capaz de levantar huracanes y crear terremotos con el movimiento de sus alas. Le acompaƱaba su esposa Equidna, una monstruosa ninfa con el torso de una bella mujer de ojos oscuros y cuerpo de serpiente. En un primer combate Zeus resultĆ³ malherido pero pudo escapar. TifĆ³n le habĆ­a arrancado algunos tendones; el rey necesitaba ayuda.

Hermes fue inmediatamente a informar a Hera de que su marido estaba herido y la necesitaba, y aunque en un primer impulso quiso acudir al Olimpo, enseguida se contuvo cuando Hermes le contĆ³ que TifĆ³n le habĆ­a sacado los tendones. Zeus no morirĆ­a; Hermes debĆ­a salir tras TifĆ³n y averiguar dĆ³nde escondĆ­a los tendones para luego robĆ”rselos, llevarlos de vuelta y colocarlos de nuevo en el cuerpo de Zeus. AsĆ­ lo hizo Hermes, y una vez curado saliĆ³ otra vez al encuentro de TifĆ³n y Equidna, y esta vez los venciĆ³. A TifĆ³n lo encerrĆ³ bajo el monte Etna. A Equidna la dejĆ³ que siguiera cuidando de sus hijos, pues, los futuros hĆ©roes –pensĆ³ Zeus- necesitarĆ”n desafĆ­os a los que enfrentarse. Equidna muriĆ³ a manos de los Argonautas en una cueva de Sicilia y era madre de CalĆ­orre y Medusa.

Hera paseaba tranquila, pero estaba triste y tenĆ­a remordimiento por no haber acudido a cuidar de Zeus cuando estaba herido. Ɖl luchaba por salvar el mundo y ella estaba allĆ­ apartada de todo en aquella tranquila isla. De pronto sintiĆ³ un estremecimiento al ver un lujoso carro pasar. En Ć©l paseaba una hermosa mujer vestida con un precioso vestido de novia y tras ella una multitud que pregonaba su prĆ³ximo enlace con el rey de los dioses. ¡No podĆ­a ser! Zeus la habĆ­a dado por perdida y estaba dispuesto a casarse con otra.

Hera se puso roja de ira y saliĆ³ tras el carro. QuerĆ­a destrozar a aquella presuntuosa e insolente mujer que pretendĆ­a arrebatarle a su marido. Le destrozarĆ­a el vestido y luego la matarĆ­a a ella y la harĆ­a pedazos. Estaba fuera de sĆ­, enloquecida de rabia y cĆ³lera, y cuando estaba a punto de saltar al carro, unos brazos fuertes, los mĆ”s fuertes del universo, la sujetaron para luego abrazarla. Estaba a punto de perder el conocimiento, y de hecho lo perdiĆ³, al notar que la besaban. Pero aquellos brazos no la dejaron caer, sino que la sujetaron y la trasportaron fuera de aquel gentĆ­o, ella se dejĆ³ llevar… hasta donde Ć©l quisiera llevarla. La mujer del carro era una estatua de mĆ”rmol, todo habĆ­a sido un engaƱo para alimentar sus celos.

Vulcano (Hefesto) - Rubens
Los fantasmas del pasado
A las puertas del Olimpo se presentĆ³ un herrero, que decĆ­a venir a traer un regalo a la diosa Hera. TenĆ­a el cuerpo deforme y padecĆ­a cojera. Hera pidiĆ³ que le hicieran pasar. Caminaba echado hacia delante, barba desaliƱada y pecho descubierto, y sobre todo, era bastante feo. Se trataba del dios del fuego y de la forja y escultor en todo tipo de materiales. Se presentĆ³ ante Hera y le contĆ³ que ya habĆ­a fabricado varios tronos de oro para su esposo Zeus, y otros dioses, lo cual era verdad, y en agradecimiento por la confianza de Ć©stos, traĆ­a un presente para ella, la esposa del rey y la mĆ”s bella entre las diosas. Un trono de diamante. Hera, alagada y admirada por tan maravilloso regalo se sentĆ³ en Ć©l. El trono era esplendoroso, a la altura de la reina del Olimpo, sin duda. Un gran regalo el de aquel humilde herrero. Y entonces se llevĆ³ una gran sorpresa al quedar pegada a Ć©l sin poder moverse. Zeus no estaba presente en aquel momento y Hefesto saliĆ³ huyendo dejando a Hera atrapada. Los demĆ”s dioses, unos salieron tras Ć©l, y otros quedaron auxiliando a su reina, pero ninguno pudo despegarla del trono.

Cuando le dieron caza, ninguno consiguiĆ³ hacerle volver para que dejara libre a la reina. El dios de la forja era fuerte como el que mĆ”s, y nadie pudo dominarlo. Entonces Dioniso, el dios del vino, pidiĆ³ que los dejaran solos. Estaba mĆ”s calmado y Dioniso le dio de beber. El vino era bueno, asĆ­ que se sirvieron otra copa, y otra, y otra mĆ”s, hasta que el herrero comenzĆ³ a hablar y sincerarse con Dioniso. El herrero y dios de la forja era Hefesto, el hijo de Hera.

-Me arrojaron del Olimpo –contaba Hefesto- cuando era solo un bebĆ© reciĆ©n nacido. Me contaron que mi madre, la gran reina y seƱora del Olimpo, se horrorizĆ³ al verme. SentĆ­a vergĆ¼enza. Ella, una reina que presume de gran belleza, no podĆ­a ser que hubiera parido algo tan horroroso como yo, y por eso me abandonĆ³. Al arrojarme fuera caĆ­ al mar. OcĆ©ano y Tetis me encontraron y sintieron pena por mĆ­. TenĆ­a una pierna lastimada, y de ahĆ­ mi cojera. Ellos se convirtieron en mis padres adoptivos y me cuidaron, me educaron e hicieron de mi lo que soy. Pero mi verdadera madre... pagarĆ” lo que me hizo. El trono de diamante tiene un poder que ningĆŗn dios sabe controlar, excepto yo, y allĆ­ quedarĆ” pegada, para siempre.

Cuando estuvo completamente borracho, Dioniso se lo llevĆ³ de vuelta al Olimpo. Al despertar, Hefesto vio que habĆ­a sido engaƱado y entro de nuevo en cĆ³lera, pero pronto le sujetaron entre varios de sus hermanos. Hefesto jurĆ³ que jamĆ”s soltarĆ­a a su madre. Luego pidiĆ³ ser reconocido como hijo de Zeus. Y entonces Zeus se presentĆ³ ante Ć©l. Todos temieron la cĆ³lera del rey. Hefesto lo iba a pasar muy mal si Zeus se empleaba a fondo con aquel que decĆ­a ser su hijo. Pero Zeus guardĆ³ la calma y se limitĆ³ a decirle, si de verdad un simple herrero, por muy dios del fuego y la forja que fuera, creĆ­a que Ć©l, el dios rey de todos los dioses no iba a ser capaz de controlar los poderes de un simple artilugio de diamante. Por supuesto que podĆ­a. PodrĆ­a deshacer cada partĆ­cula de aquel trono con una simple mirada de rayo sin que su esposa sufriera el mĆ”s mĆ­nimo daƱo, y luego encerrarlo a Ć©l en el TĆ”rtaro para siempre.

Pero no lo harĆ­a, porque sabĆ­a que Hefesto decĆ­a la verdad. Hera se lo tenĆ­a merecido, habĆ­a sido una mala madre y le habĆ­a engaƱado a Ć©l ocultĆ”ndole a su hijo, feo y deforme, pero su hijo. Que por cierto, era un gran artesano. Lo iban a necesitar para que fabricara las mejores armas. Gea estaba de nuevo en pie de guerra y llevaba aƱos creando unos formidables gigantes. Una terrible batalla, quizĆ”s la peor de todas, estaba a punto de librarse de nuevo. Hefesto era fuerte y serĆ­a de gran ayuda. Zeus le pidiĆ³ que liberara a Hera, su madre, y le dio el lugar que le correspondĆ­a en el Olimpo, como dios e hijo suyo que siempre habĆ­a sido.

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