La armada invencible 11. La contra armada inglesa

Isabel no cabĆ­a en sĆ­ misma de alegrĆ­a. Si sus informadores estaban en lo cierto, la Armada espaƱola habĆ­a sufrido un gran desastre, luego eso significaba que EspaƱa era un blanco fĆ”cil para responder al ataque sufrido. Por otra parte, ya no habĆ­a por quĆ© guardar silencio sobre aquellos hechos; el desastre de la Armada de Felipe II no era otra cosa que la gran victoria inglesa sobre una armada que todos habĆ­an calificado como invencible. HabĆ­a que reparar los barcos a toda prisa y atacar cuanto antes. Los planes de Isabel eran complicados y ambiciosos, aunque, con la flota espaƱola casi destruida (eso pensaba ella), era el momento oportuno de llevarlos a cabo. ¿Y cuĆ”les eran estos planes?
Pues… casi derrocar al imperio de Felipe para construirse ella el suyo propio. Veamos cĆ³mo pensaba Isabel llevar a cabo tan gigantesco plan. HabĆ­a una persona que era clave en todo esto. Antonio de Portugal, conocido tambiĆ©n como Prior de Crato. Era nieto del rey Manuel I y sobrino de Enrique I de Portugal. Al morir su tĆ­o, Antonio fue apoyado por el pueblo para ser rey, pero los altos dirigentes del paĆ­s no lo permitieron. Antonio carecĆ­a de casisma y su legitimidad no estaba del todo clara, asĆ­ que le dieron la corona a Felipe II, pasando Portugal a formar parte del gran imperio. Antonio estaba resentido, y por lo tanto, Isabel supo muy bien dĆ³nde buscar un cĆ³mplice para su plan. Los ingleses tomarĆ­an Lisboa con la ayuda que este individuo les brindarĆ­a. Isabel apoyarĆ­a la subida al trono de Antonio y asĆ­, Portugal se convertirĆ­a en aliado de Inglaterra. Un gran negocio para Isabel que podrĆ­a dominar de este modo toda la costa atlĆ”ntica. Pero la subida al trono no le iba a salir gratis a Antonio. Para empezar, los servicios prestados por Isabel tenĆ­an un costo de 5 millones de ducados. Como pago por su protecciĆ³n, debĆ­a pagar ademĆ”s 300.000 ducados anuales. Y como adelanto a todo esto, Antonio permitirĆ­a que los ingleses saqueasen Lisboa durante quince dĆ­as, siempre y cuando los saqueos se limitaran a las casas y haciendas de los espaƱoles residentes y respetaran las de los portugueses. Pero aĆŗn habĆ­a mĆ”s. Los ingleses se asentarĆ­an en las islas Azores, un lugar inmejorable para contralar el trĆ”fico espaƱol procedente de AmĆ©rica. Por Ćŗltimo, Antonio daba vĆ­a libre a los ingleses sobre Brasil y demĆ”s colonias portuguesas. Y todo por subir a un trono donde serĆ­a un pelele de Isabel, pues unas condiciones asĆ­ convertĆ­an a Portugal en vasallo de Inglaterra. Pero si todo salĆ­a bien, tanto Antonio como Isabel asestarĆ­an un golpe definitivo a Felipe, que buenas ganas le tenĆ­an.

Dicen que todo se organizĆ³ como si de una operaciĆ³n comercial se tratase. Con accionistas por medio y todo. Y hasta Holanda puso dinero para la expediciĆ³n. La cosa, en principio le estaba saliendo bien a la reina, que no disponĆ­a de demasiados fondos en sus arcas. Como jefe de la flota, cĆ³mo no, el pirata favorito de su graciosa majestad, Sir Francis Drake, que embarcĆ³ rumbo a la CoruƱa con dos objetivos, saquear varias ciudades costeras para aprovisionarse de vĆ­veres y acabar de destruir los restos de la “Armada Invencible”, que la estaban reparando en las costas cantĆ”bricas. A pesar de la confianza que Isabel tenĆ­a depositada en Francis Drake, no todos estaban de acuerdo en que se hiciera cargo de la misiĆ³n. Drake podĆ­a ser un buen corsario y un buen traficante de esclavos, pero no era un buen coordinador para una flota que superaba los 200 barcos. A pesar de ello, Isabel impuso su criterio y Drake fue el elegido. La flota inglesa partiĆ³ de Plymouth el 13 de abril de 1589. El primer destino debĆ­a ser Santander. Se cuenta que hubo indisciplina desde el primer momento, y que en el primer temporal ya hubo deserciones de algunas pequeƱas embarcaciones que volvieron a Inglaterra. El propio Drake desobedeciĆ³ la orden de atacar Santander alegando vientos desfavorables. Pero lo que Drake querĆ­a en realidad era entrar cuanto antes en la CoruƱa, donde se habĆ­a enterado que se guardaba un gran tesoro, cosa que era totalmente falsa, pero Ć©l lo creyĆ³ y fue en su busca. Envalentonado como estaba por el Ć©xito de su campaƱa anterior cuando atacĆ³ CĆ”diz y la costa portuguesa, la CoruƱa le darĆ­a de nuevo la gloria. El 4 de mayo, la torre de HĆ©rcules encendiĆ³ su llama dando aviso a toda la comarca, y pronto todos en la CoruƱa estuvieron alerta. La defensa no iba a ser fĆ”cil, pues la ciudad solo contaba con 1.500 soldados y 6 barcos en el puerto. A cambio, las murallas eran sĆ³lidas y contaban con buenos caƱones. A los 1.500 soldados se sumĆ³ prĆ”cticamente toda la poblaciĆ³n, mujeres incluidas.

Los caƱones y los barcos coruƱeses comenzaron a disparar contra la flota inglesa que no quiso acercarse mĆ”s, sino que desembarcaron en una playa. La parte baja de la ciudad pronto fue saqueada y unos 500 civiles fueron asesinados. Pero al llegar a las murallas, poco podĆ­an hacer. Los caƱones que habĆ­an bajado de los barcos disparaban con el fin de abrir brechas en las murallas, pero al intentar entrar eran acuchillados por todas partes. AquĆ­ entrĆ³ en acciĆ³n una mujer que pasĆ³ a la historia por su arrojo y valentĆ­a, MarĆ­a Pita. Dicen que al entrar los ingleses en avalancha, uno de ellos matĆ³ a su marido. Furiosa cogiĆ³ una lanza y atravesĆ³ al asesino. Los demĆ”s vecinos, al ver el coraje y el valor mostrado por MarĆ­a, se abalanzaron contra los ingleses, y el que no muriĆ³ a manos de ellos tuvo que huir. Episodios similares se produjeron por toda la ciudad, y finalmente, el 19 de mayo los ingleses deciden retirarse. Seguir en el empeƱo de entrar en la CoruƱa era absurdo, pues se estaban gastando municiones y hombres inĆŗtilmente. 1.300 dejaron su vida en el empeƱo, y ademĆ”s ya habĆ­an perdido tres buques y cuatro barcazas de desembarco. Para colmo, algunos hombres comenzaban a sentirse enfermos por una posible epidemia. Y a todo esto, no habĆ­an podido reabastecerse de vĆ­veres como habĆ­an previsto. Lo mejor era poner rumbo a Lisboa, donde los esperaba Antonio. AllĆ­ la cosa serĆ­a mĆ”s fĆ”cil, eso pensaba Drake.

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