La armada invencible 5. Damas de compañía

Lo primero que le aconsejó Felipe a María al volver a Londres fue que liberara a su hermana Elizabeth. Pero María se negó. Ambas hermanastras se despreciaban desde hacía mucho tiempo. Su padre había permitido que María volviera a la corte, sin embargo, la humilló colocándola como dama de compañía de Elizabeth, y ésta por lo visto la trataba como tal y no como a una hermana, con lo que la humillación de María fue mayor. Ahora le tocaba el turno a ella. Bastante favor le había hecho ya perdonándole la vida, pues todos los católicos pedían su cabeza. Felipe sin embargo había estado haciendo averiguaciones y por lo visto Elizabeth nada había tenido que ver con la rebelión.

Felipe fue a ver a Elizabeth a la torre y estuvo hablando con ella. Su cuñada le cayó muy bien y le pareció muy atractiva, bastante más que María. Felipe le aconsejó que se casara, necesitaba a alguien que la protegiera. Elizabeth le contestó que el casamiento no estaba en su mente. Cuando volvió de la torre, Felipe habló con María y le pidió traerla a la corte, ella estaba embarazada y necesitaba de alguien que la cuidara. Entonces María vio la oportunidad de vengarse, teniéndola con ella como dama de compañía.


Elizabeth tenía el pelo rojizo y los ojos azul acerado como su padre. Felipe la describe como una mujer aparentemente tímida pero firme y segura de sí misma. Tuvo bastantes charlas con ella, y Elizabeth le hacía mil preguntas sobre su padre Carlos, sobre el imperio que ahora estaba bajo dominio suyo, y sobre muchas cosas más. Felipe parece ser que sentía atracción por ella. Pero Elizabeth parecía sentir animadversión por los hombres. El horror de saber que su propio padre había mandado ejecutar a su madre, y una mala experiencia en que un familiar quiso abusar de ella siendo muy niña terminaron por hacer que los aborreciera a todos. Felipe tenía poco que hacer con ella.

España, como todo gran imperio, tenía conflictos bélicos por todas partes, y uno de ellos era con Francia. Una de las cláusulas del matrimonio con María decía que Gran Bretaña no se vería obligada a prestar ayuda bélica a España. No, por supuesto. Pero no verse obligada no quería decir que no se pudiera prestar de buen grado, y María prestó a su marido 10.000 hombres para luchar contra los franceses; todo, por supuesto, contra la voluntad de la mayoría de parlamentarios. La ayuda británica no hizo sino cabrear a los franceses que invadieron Calais, único y valiosísimo territorio que los británicos tenían en el continente. Aquello cayó como una bomba entre los ingleses, que culpaban a España de la pérdida de tan preciada joya. Tal vez por eso, más tarde nos robaron Gibraltar.

Había otro tema que traía de cabeza a los ingleses por no haber calculado bien la situación; las cláusulas de matrimonio habían sido tan rígidas para Felipe, que se habían vuelto en su contra. El no querer mezclar intereses españoles y británicos, ahora favorecía a Felipe, pues los barcos cargados de oro y plata procedentes de América iban destinados exclusivamente a las arcas españolas. Por otra parte, los piratas ingleses tenían que buscar objetivos no españoles, pues María no podía mandar que atacasen los barcos de su propio esposo.

El embarazo de María no fue tal, sino una inflamación del vientre. No sería la única vez y la reina llegó a tener embarazos psicológicos que le hicieron incluso aumentar el pecho. Pero María no se quedaba embarazada y en vez de eso, su salud comenzó a verse resentida. Tal como le ocurrió a su hermano Eduardo, había sido una niña enfermiza y tenía problemas de visión. Uno de sus embarazos psicológicos sin embargo fue más grave de lo que se pensó en un principio, pues se trataba de un tumor. María murió a los 42 años de edad y Felipe abandonó definitivamente Inglaterra. Los británicos se iban a ver liberados de las ataduras de su propio contrato que un día entregaron a Felipe, y que éste firmó libremente. Fue una pena que María muriese tan joven, pero nadie sabe lo que hubiera ocurrido de haber seguido más años en el trono. Las revueltas de los protestantes y los problemas financieros, sin un barco español que ofrecerle a los piratas, estaban convirtiendo a Inglaterra en un polvorín. Felipe estaba mejor fuera de allí. Y sin embargo quiso volver.

Publicar un comentario

0 Comentarios