Alhaken y el rey destituĆdo
AbderramĆ”n sabĆa que su tĆa doƱa Toda se la jugarĆa, ya contaba con eso. Pero Sancho le debĆa un favor y tarde o temprano tendrĆa que pagĆ”rselo, aunque de momento se hubiera negado a entregarle las fortalezas del Duero. Entregarle esas tierras era enemistarse con la mayorĆa de condes portugueses y gallegos y estaba considerado un acto de traiciĆ³n hacia los cristianos. No, Sancho no le entregarĆa los terrenos del Duero. Pero AbderramĆ”n tenĆa otra baza: el destronado OrdoƱo, Ć©l le servirĆa para seguir con las trifurcas entre cristianos, ademĆ”s, estaba el conde FernĆ”n GonzĆ”lez. Por cierto, ¿por dĆ³nde andaba en estos momentos? Pues encerrado en Navarra. GarcĆa, el tĆo de Sancho lo habĆa capturado para asegurarse de que no se opondrĆa a la nueva coronaciĆ³n de su sobrino. ¿Tanto apreciaba GarcĆa a su sobrino? No precisamente, pero LeĆ³n era una potencia militar considerable, y ser su aliado era una garantĆa para Navarra. Al viejo moro cordobĆ©s no le estaba saliendo todo como lo habĆa previsto. Y para colmo, de pronto enfermĆ³ y muriĆ³ de repente.
A Sancho I no le iba mal con su nuevo cuerpo, que si bien no era un esbelto figurĆn, estaba ya en lo que se podrĆa decir, una persona corpulenta, pero mucho mĆ”s normal y Ć”gil que antes. Y esta agilidad le sirviĆ³ tambiĆ©n para desenvolverse en la vida polĆtica. Ya habĆamos dicho con anterioridad que una de sus bazas era la inteligencia de este muchacho. QuizĆ”s demostrĆ³ en algĆŗn momento algo de torpeza, en parte por su juventud, en parte por estar influenciado y mimado por su abuela. Pero ahora que no dependĆa de ella, estaba demostrando ser un buen gobernante. Se habĆa asegurado la fidelidad de los siempre rebeldes gallegos y portugueses, tenĆa como aliado a su tĆo navarro y estaba ultimando acuerdos con los condes catalanes. No, no lo estaba haciendo nada mal el joven Sancho, que ademĆ”s ahora era un hombre casado y a punto de ser padre.
AlhakĆ©n tenĆa 47 aƱos cuando sucediĆ³ a AbderramĆ”n, su difunto su padre, que le habĆa dejado en herencia un califato rico y poderoso, pero serĆa Ć©l, AlhakĆ©n quien se encargarĆa de que Al-Andalus viviera la Ć©poca de mayor esplendor. Pero AlhakĆ©n tenĆa un problema, no tenĆa descendencia, de momento. Su Ćŗnico hijo habĆa muerto a muy temprana edad y no se habĆa preocupado de que su esposa Radhira le diera otro heredero. Muy tarde ya, para ella, asĆ que hubo que buscar a otra. Una esclava vasca llamada Aurora a la que rebautizĆ³ con el nombre de Chafar. ¡Un nombre masculino! ¿Masculino? Pues sĆ, parece ser que llamĆ”ndola de ese modo le era mĆ”s fĆ”cil yacer con ella, ya que AlhakĆ©n… en fin, parece ser que no le gustaban las mujeres. AsĆ estaban las cosas cuando se presentĆ³ en CĆ³rdoba OrdoƱo, el rey destituido. Por lo visto habĆa estado huyendo de un lado a otro y nadie lo quiso acoger, asĆ que pensĆ³ que los cordobeses aceptarĆan sus servicios. Era exactamente lo que hubiera deseado el difunto AbderramĆ”n, pero ya era tarde para Ć©l, sin embargo sus servicios no le vendrĆan mal a AlhakĆ©n, en vista de su predisposiciĆ³n. Cuentan las crĆ³nicas moras, aunque quizĆ”s exageran, que OrdoƱo entrĆ³ en CĆ³rdoba de la forma mĆ”s servil, rastrera y bochornosa, haciendo exageradas reverencias, visitando la tumba del difunto califa y pidiendo oraciones por su alma. AlhakĆ©n vio en Ć©l un tipo de lo mĆ”s vulgar, pero le servirĆa para su propĆ³sito. Entrar en LeĆ³n con el beneplĆ”cito de su propio rey (destituido solo de momento) no es mala idea –pensaba AlhakĆ©n. En breve pondrĆa un gran ejĆ©rcito a su servicio, ya que OrdoƱo le habĆa prometido las diez fortalezas del Duero y fidelidad eterna, es decir, mientras viviera. El caso es que… el dĆa antes de emprender la marcha hacia LeĆ³n… OrdoƱo enfermĆ³ y muriĆ³ de repente, tal como le ocurriĆ³ a su admirado AbderramĆ”n. Tanto ajetreo de un lado a otro y tanta tensiĆ³n, no son buenos.
Dos monjas gobiernan LeĆ³n
Dos monjas gobiernan LeĆ³n
Elvira, la hermana de Sancho y OrdoƱo, hijos todos del anterior rey Ramiro, se habĆa metido a Monja despuĆ©s de enviudar. Era una costumbre muy habitual en la Ć©poca. Nadie hubiera imaginado, en aquellos momentos en que cogĆa los hĆ”bitos, que esta mujer iba a tener mucho que decir en el gobierno de LeĆ³n… pero no adelantemos acontecimientos. La alianza entre cristianos suponĆa para Al-Andalus un muro infranqueable hacia el norte. AlhakĆ©n lo tenĆa ahora mĆ”s difĆcil que nunca. El rey de LeĆ³n, el nieto de doƱa Toda era sin duda inteligente al haber blindado su reino. Pero en la prĆ”ctica, esa franja blindada entre el AtlĆ”ntico y el MediterrĆ”neo, ¿era tan infranqueable como pensaban? Eran muchas leguas de un extremo a otro. -Alguna rendija debe haber por la que yo pueda pasar y golpear –pensaba el califa. AlhakĆ©n, a sus casi 50 aƱos era un gran estratega y contaba con la ayuda de Galib, uno de los mejores generales en toda la penĆnsula IbĆ©rica. AsĆ que entre ambos pusieron un plan en marcha que pondrĆa a prueba la resistencia de la gran alianza cristiana. ¡La que estaba a punto de liar el moro!
AlhakĆ©n diseĆ±Ć³ una estrategia de libro. EscogiĆ³ tres puntos en los que golpear. El primero fue Medinaceli en Soria. El segundo San Esteban, una de las plazas del Duero que Sancho nunca entregĆ³. Y el tercero Calahorra, la Rioja, donde el rey Navarro no pudo reaccionar a tiempo. Aquello causĆ³ gran malestar entre los nobles de los dos reinos porque ponĆa de manifiesto dos cosas, que la gran alianza no funcionaba y que estaban gobernados por un rey incompetente en los asuntos militares. Los nobles llevaban razĆ³n. Sancho era buen polĆtico, pero no era un gran militar. AtrĆ”s habĆan quedado los grandes reyes asturianos y leoneses que habĆan, no solo defendido, sino ganado terreno a los moros. Aquellos grandes reyes que no solo golpeaban certeramente, como habĆa hecho su hermanastro OrdoƱo III, sino que adivinaban incluso por dĆ³nde iban a atacar los moros. No, Sancho no habĆa estado a la altura, y eso causĆ³ de nuevo malestar en los dos reinos, LeĆ³n y Navarra, y en el condado de Barcelona. Por cierto, ¿por dĆ³nde andaba Borrel II, el conde barcelonĆ©s? Camino de CĆ³rdoba a negociar un tratado de no agresiĆ³n con el califa. AquĆ el que no corre vuela y cada cual a lo que mĆ”s le conviene. Hay que tener en cuenta que Barcelona era un condado vasallo de Francia y debĆa rendir cuentas a Ć©sta. No en vano los franceses habĆan creado estos condados con el fin de que los moros no cruzasen los pirineos. ¡QuĆ© poco habĆan durado los acuerdos y palabrerĆas entre cristianos!
Y asĆ consiguiĆ³ el califa cordobĆ©s lo que se propuso, demostrar que la alianza cristiana no funcionaba y sembrar divisiĆ³n entre ellos, un golpe y una divisiĆ³n que iba a causar gran conmociĆ³n en los reinos cristianos. De esta no se iban a reponer fĆ”cilmente. Tiempos oscuros se avecinan para la cristiandad. El principio del fin de una Ć©poca esplendorosa donde los cristianos se habĆan hecho temer y respetar por los musulmanes fue de la siguiente manera, mĆ”s propia de una leyenda o un cuento infantil: Sancho se dirigĆa a Galicia. ¿A Galicia por quĆ© y para quĆ©? Los gallegos no necesitaban demasiado para armar trifulcas, cuando no se rebelaban contra el rey de LeĆ³n, se rebelaban contra ellos mismos, unos contra otros. En esta ocasiĆ³n, parece ser que detrĆ”s de todo esto estaba la mano de AlhakĆ©n, que a la vez que golpeaba LeĆ³n y Navarra, negociaba con los catalanes y metĆa cizaƱa entre los gallegos, que se estaban peleando entre ellos. Era responsabilidad de Sancho ir hasta allĆ a poner orden.
Sancho contaba ya 34 aƱos de edad y tenĆa un hijo de 5. HabĆa madurado mucho desde aquellos aƱos en que acudĆa a su abuela a pedir ayuda. Sin embargo, como ya se ha dicho, no era un gran militar y sobre todo, no sabĆa prever los peligros. QuizĆ”s aquella dependencia en su juventud le habĆa marcado para siempre. El caso es que, nada mĆ”s llegar a Galicia fue llamado por un conde llamado Gonzalo…. (existen dos Gonzalos, uno llamado NĆŗƱez y otro MenĆ©ndez, y no se sabe con exactitud cuĆ”l de los dos llamĆ³ al rey). No habĆa hecho falta buscarlo para ponerse al corriente de lo que allĆ ocurrĆa, Ć©l mismo lo llamĆ³. EntrĆ³ a su castillo escoltado por su guardia personal, y allĆ, Gonzalo le invitĆ³ a comer. Exquisita comida la que sirviĆ³ Gonzalo a su rey. Y no menos exquisitas las manzanas que se sirvieron de postre. Una de ellas, la mĆ”s hermosa y brillante, la escogiĆ³ el propio Gonzalo y se la ofreciĆ³ a su rey. Sancho saliĆ³ del castillo con dolor de estĆ³mago. Se encontraba mal. Montaron a caballo y antes de llegar donde estaba acampado su ejĆ©rcito ya estuvo a punto de caerse al suelo. Sus guardias tuvieron que bajarlo y pedir ayuda. Sancho estaba cada vez peor, por lo que decidieron coger camino a Oviedo rĆ”pidamente. No llegĆ³ vivo. Sancho habĆa muerto envenenado.
La viuda Teresa AnsĆŗrez quedĆ³ desolada por la muerte de Sancho y por las circunstancias en que se habĆa producido Ć©sta, y no tardĆ³ en coger camino hacia el convento. Nada le importaba ya el reino de LeĆ³n ni quiĆ©n reinarĆa despuĆ©s de Sancho. Pero, ¿no era su hijo Ramiro el heredero? SĆ, pero Ramiro solo tenĆa 5 aƱos. La Ćŗnica opciĆ³n de reinar con tan poca edad era que tuviera un tutor o tutora, tal como habĆa tenido GarcĆa de Navarra, que estuvo gobernando siendo menor de edad bajo la regencia de su madre doƱa Toda. Y fue aquĆ donde apareciĆ³ Elvira, la monja de la que hablĆ”bamos al principio, la tĆa del niƱo Ramiro, que al enterarse de la situaciĆ³n saliĆ³ del convento para hacer de regente del reino. El pequeƱo Ramiro serĆa rey de LeĆ³n. Y he aquĆ que Teresa, la madre del pequeƱo, al enterarse del gesto de Elvira, no quiso ser menos –para eso era su hijo- y saliĆ³ tambiĆ©n del convento. No serĆa una, sino dos, las regentes del reino. LeĆ³n estaba ahora bajo la gobernaciĆ³n de dos monjas.
Los aƱos dorados del Califato de CĆ³rdoba
El imperio Carolingio (Francia) tenĆa en EspaƱa un gran aliado que le estaba haciendo un gran favor. Pero las cosas se habĆan torcido de tal manera, que esos reinos nacidos de Asturias estaban ahora mismo en su peor momento. La gran potencia militar que era LeĆ³n estaba en manos de dos monjas, y el rey navarro no tenĆa poderĆo suficiente para enfrentarse a los moros por sĆ solo. ¿QuĆ© hacer? CĆ³rdoba se habĆa convertido en una gran potencia militar y econĆ³mica gracias al buen hacer del califa AlhakĆ©n, que habĆa sabido conservar y engrandecer la herencia de su padre AbderramĆ”n. AlhakĆ©n era un gran gobernante que no solo habĆa conseguido neutralizar la amenaza cristiana, sino que habĆa sabido acabar con las revueltas internas en Al-Andalus. El califato vivĆa ahora una Ć©poca de esplendor y estabilidad. Los reinos cristianos eran ahora sus vasallos, a los cuales dominaba a su antojo. Pero es que ademĆ”s, habĆa conseguido que otros reinos del norte de Ćfrica se rindieran ante Ć©l. SĆ, CĆ³rdoba era en ese momento la gran potencia del MediterrĆ”neo. Y cuando mĆ”s disfrutaba AlhakĆ©n de su poderĆo… muriĆ³.
Los aƱos dorados del Califato de CĆ³rdoba
No vivĆan los reinos cristianos sus mejores dĆas desde que Asturias plantara cara a la invasiĆ³n musulmana. Gran caudillo y rey llegĆ³ a ser Pelayo, y grandes reyes le sucedieron hasta convertir el pequeƱo reino de Asturias en lo que ahora era LeĆ³n, compuesto por Galicia, Portugal y el condado de Castilla. Y Navarra, reino nacido de un condado de los muchos que creĆ³ Carlomagno a lo largo del Pirineo para hacer de muro entre Francia y los musulmanes. Los cristianos no solo habĆan conseguido recuperar gran parte de aquel reino godo perdido, sino que habĆan evitado que los musulmanes se introdujeran en Europa.
El imperio Carolingio (Francia) tenĆa en EspaƱa un gran aliado que le estaba haciendo un gran favor. Pero las cosas se habĆan torcido de tal manera, que esos reinos nacidos de Asturias estaban ahora mismo en su peor momento. La gran potencia militar que era LeĆ³n estaba en manos de dos monjas, y el rey navarro no tenĆa poderĆo suficiente para enfrentarse a los moros por sĆ solo. ¿QuĆ© hacer? CĆ³rdoba se habĆa convertido en una gran potencia militar y econĆ³mica gracias al buen hacer del califa AlhakĆ©n, que habĆa sabido conservar y engrandecer la herencia de su padre AbderramĆ”n. AlhakĆ©n era un gran gobernante que no solo habĆa conseguido neutralizar la amenaza cristiana, sino que habĆa sabido acabar con las revueltas internas en Al-Andalus. El califato vivĆa ahora una Ć©poca de esplendor y estabilidad. Los reinos cristianos eran ahora sus vasallos, a los cuales dominaba a su antojo. Pero es que ademĆ”s, habĆa conseguido que otros reinos del norte de Ćfrica se rindieran ante Ć©l. SĆ, CĆ³rdoba era en ese momento la gran potencia del MediterrĆ”neo. Y cuando mĆ”s disfrutaba AlhakĆ©n de su poderĆo… muriĆ³.
En septiembre de 976 a los 61 aƱos de edad morĆa AlhakĆ©n II, el mejor califa que habĆa tenido CĆ³rdoba hasta el momento. Dejaba dos viudas, Radhira, que le dio un hijo y muriĆ³ a los 9 aƱos, y Aurora, la esclava vasca rebautizada con nombre de varĆ³n y que le dio el que serĆa su heredero, Isham. El problema era ahora el mismo que tuvo LeĆ³n al morir Sancho, su hijo solo tenĆa 5 aƱos y solo podĆa gobernar bajo un regente. Por las calles cordobesas se movĆa con toda celeridad una patrulla de lo que en aquellos tiempos era lo mĆ”s aproximado a una policĆa local. Al llegar a una lujosa casa les detuvo la guardia personal del que allĆ habitaba, el hermano de AlhakĆ©n. Tras pedir entrevistarse con Al-Mughira les fue concedido el paso a la vivienda. Las noticias que traĆan para al-Mughira eran que su hermano AlhakĆ©n habĆa fallecido de muerte natural. Al-Mughira quedĆ³ afligido y se echĆ³ a llorar. AĆŗn asĆ, las Ć³rdenes que traĆa el jefe de aquellos policĆas era hacerle algunas preguntas. ¿ApoyarĆa Al-Mughira a su sobrino, a pesar de su corta edad, para que Ć©ste heredara el califato?
-Por supuesto que le apoyarĆ© –fue su rĆ”pida contestaciĆ³n.
¿Pero cĆ³mo aquel hombre, en un momento tan delicado, se le ocurrĆa hacerle esas impertinentes preguntas? ¿Acaso alguien temĆa por…? No le dio tiempo a pensar nada mĆ”s, pues mientras contestaba, se le acercĆ³ por detrĆ”s uno de aquellos policĆas y agarrĆ”ndolo por el cuello le estrangulĆ³. Al-Mughira cayĆ³ al suelo sin vida. Pero aquello tenĆa que parecer un suicidio, asĆ que le agarraron y lo colgaron de una viga. La patrulla policial habĆa cumplido su misiĆ³n impecablemente. Por cierto, el jefe de aquella patrulla era Abu ŹæAmir Muhammad ben Abi ŹæAmir al-MaŹæafirĆ. Si este nombre no les suena de nada, quizĆ”s le conozcan por Almanzor.
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